En tránsito
Eduardo Jordá
¿Tú también, Bruto?
Se me puso el cuerpo (bueno, el ánimo) de la Gigliola Cinquetti de La pioggia –“sul giornale ho letto che il tempo cambierà”– cuando leí ayer en este diario mío y de usted un titular que llenó de otoñal alegría: “Tiempo en Sevilla: estos son los municipios que esperan lluvias el fin de semana. La Agencia Estatal de Meteorología prevé la llegada de chubascos durante la jornada del domingo 21 de septiembre”. ¿Será verdad? ¿Se pondrá a punto la escenografía para que cuando entre el otoño el próximo lunes lo recibamos con cielos nublados, suelos espejeantes, olor a tierra mojada, árboles con hojas de un verde brillante? ¿Por una vez las estaciones y la meteorología bailarán a compás en esta ciudad en vez de ir cada una por su lado?
Pues no. Como sucede en la canción de la Cinquetti, que empezaba con los periódicos anunciando un cambio del tiempo y nubes negras en el cielo, “la pioggia no bagna il nostro amore”. Se anuncia, sí, como informaba la compañera Judith R. Iglesias, que las previsiones de AEMET Andalucía apuntan a un significativo descenso térmico a partir del sábado 20, que vendrá acompañado de posibles lluvias el fin de semana. Pero mi gozo en un sudoroso y bochornoso pozo. Porque más adelante se precisa que, mientras en zonas de Andalucía oriental las posibilidades de lluvia oscilarán entre un 65 y un 95 por ciento, en la provincia de Sevilla no pasarán, como mucho, de entre un 25 y un 40 por ciento, y eso solo hasta el mediodía, mientras que se mantendrán los avisos por calor, pudiendo alcanzarse máximas de entre 38 y 40 grados. El otoño entrará el lunes en Sevilla como suele, con una predicción de 0% de lluvia y 30 grados de temperatura que irán subiendo a lo largo de la semana.
¿Cosas sin importancia? Por supuesto. Pero la modesta felicidad cotidiana se mide por la importancia que cobran las cosas sin importancia. Es la desgracia, con su cohorte de dolor y tristeza, la que impone lo importante, borrando todos los pequeños, modestos, cotidianos placeres que hacen vivible la vida, haciendo que todo, menos superar aquello que oprime, daña o hiere, pierda importancia. Por eso, quizás, quienes han pasado por una dura prueba ven la vida de otra manera, dando importancia a lo que antes no se la daban. Son aquellas pequeñas cosas que cantó Serrat.
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