Viva Franco (Battiato)

Javier González- Cotta

La ‘Pescaíto Fashion Night’

30 de abril 2025 - 03:12

Tocó otra vez añorar todo lo que era analógico y tenía costuras estables. De susto en susto, la capacidad de asombro sólo genera díscolos y rebotados. No hay nada de qué extrañarse ya. Es como si las distopías de los apagones ya no causaran efecto alguno. Un fallo inextricable y misterioso en la era de la tecnocracia nos ha llevado no tanto al terror como a una especie de pasotismo llevadero. Como en la pandemia, el gran apagón nos ha hecho añorar el mundo de antes. El transistor es el nuevo icono. Otra vez la expiación y el autoengaño. Pero a diferencia de los meses de pandemia, la lección ya se ha disipado.

El mundo de hoy ofrece una estética fuera de toda estética concebible. Hasta cuesta describirla sin derrapar con vaivenes y anacolutos. En la tarde del lunes, en pleno apagón eléctrico, en Sevilla se celebraba una extrañísima novillada en la Maestranza entre un tal niño prodigio Marco Pérez y un tal Javier Zulueta. No me agradan los toros, pero confieso que me habría gustado ir al festejo del apagón un lunes antes del alumbrado. Tiempos raros y sin adjetivos en los que confiar.

Qué cosas. Si en Sevilla había gente que se distraía viendo un festejo taurino en pleno disloque de rutinas y quehaceres, en Madrid, mientras tanto, sin conexión a internet y sin electricidad en casa, la gente llenó el Parque del Oeste para contemplar el crepúsculo. Qué belleza admirar cómo al día se le iba su batería natural. Por eso uno vuelve a escuchar eso de retornar a lo que era dado, a repensarnos, a redescubrir el equilibrio que aún no hemos perdido del todo. Gilipolleces. Un ejemplo. En la calle Tetuán andan ultimando la última franquicia que explica este estúpido mundo del que algunos quisiéramos huir fuera de la masa amorfa de nuestros semejantes. Abrirá otro deprimente negocio a base de yogures griegos helados. Por esto del griego y por aquello de sentirme próximo a la siniestra (siquiera por un día), uno estaría tentado de pedir ayuda para su cierre al mismísimo Yanis Varufakis, aquel ex ministro de economía de cuando la terrible y humillante crisis de la deuda en Grecia. Hay que joderse, Yanis.

Yo iba a escribir de los prolegómenos para la Feria y de la noche esa que se aviene, la del pescaíto. Iba a escribir sobre los looks propuestos por diseñadores y estilistas en la llamada Pescaíto Fashion Night. Sí, han oído bien. Pero nada resulta ya ni siquiera paródico o risible. De la noche del alumbrado a la noche del apagón. Poco faltó. Es obvia la nociva dependencia que tenemos de la electricidad. Pero que el alcalde le dé al botoncito del alumbrado y ole con ole.

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