El presidente Sánchez y Mr. Ripley

A Feijóo, incapaz de forzar la dimisión de Mazón, cada vez se le ve más débil ante un Sánchez encantado de haberse conocido

Así fue el interrogatorio a Sánchez en el Senado

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez / Departamento de diseño

02 de noviembre 2025 - 06:01

Sánchez compareció en la comisión Koldo encantado de conocerse. No es que le saliera bien, es que gastó toda la frescura que le sobra. El rey del escapismo encajó un par de golpes, pero ni PP ni Vox lograron arrinconarlo con todo a favor. El presidente dominó la escena con su puntito de cinismo: “Tranquilícese, hombre”, “no se ponga nervioso”. ¿Alguien imagina a un investigado dirigiendo un juicio? “Señor fiscal, cálmese para que pueda responderle, por favor”. Pues eso. Sólo admitió que cobró pequeñas cantidades en metálico tras justificar sus gastos, pero el PP perdió otra ocasión de oro. Si alguien hubiese empleado su mismo descaro, al menos le habría invitado a que se quitara las gafas de 300 eurazos que no utilizaría para leer al final.

En el turno del PP se echó en falta a un senador serio y metódico, glacial: “Me ha repetido veinte veces que no recuerda y otras tantas que no le consta, ¿de veras usted no sabe qué Gobierno preside?”. Qué pocas pasas comió de pequeño y qué difícil lo tendrá el biógrafo que quiera escribir sobre él con tantas lagunas. La máquina de la verdad habría resuelto más dudas, pero el popular Alejo Miranda no le dejó responder con su discurso incisivo hasta el morir. Intentó retratarle y se le escapó vivo.

Con cierto aire de Mr. Ripley, Sánchez sólo tuvo que mostrarse condescendiente en sus circunloquios para sacarlo de sus casillas. Jesús Quintero habría obtenido más partido a su impostura con sus silencios y su mítica carcajada. Nadie esperaba que dijera que Koldo era su amigo, ni que se veía con Aldama, ¿pero de veras no lo reconocería si se lo cruzara en un pasillo? Hay preguntas que no necesitan respuestas. Y el presidente se permitió decir que apenas tuvo relación con el primero. Apelando a su mala memoria salió satisfecho de lo que calificó de “circo” con su risa floja.

Ahora que el Supremo ha enviado a la Audiencia Nacional los pagos en metálico en el PSOE para que se investiguen a fondo, tal vez sonría menos. Feijóo tampoco está para fiestas. Confiaba en una semana horribilis para su rival y cada día parece más evidente que no venía para esta pelea. La comisión no le deparó alegrías. Y en el aniversario de la dana de Valencia, la mayoría se preguntó de nuevo a qué espera el líder del PP para forzar la dimisión de Mazón con mano firme, cuando ya está sentenciado se mire por donde se mire. Además de alejarse del sentir general, Feijóo exhibe su debilidad e invita a dudar de su liderazgo frente a un Sánchez cada vez más crecido y contento consigo mismo.

A Feijóo, incapaz de forzar la dimisión de Mazón, cada vez se le ve más débil ante un Sánchez encantado de haberse conocido

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