Para lo que me queda en el convento

15 de septiembre 2025 - 03:10

Estados Unidos se fractura cada vez más peligrosamente. La derecha nacional-populista logra reunir en Londres más de 110.000 manifestantes. Mala cosa que suceda en las dos democracias más longevas y estables del mundo. Estados Unidos jamás ha soportado una dictadura desde su fundación en 1776. Inglaterra no ha sufrido ninguna desde la de Oliver Cromwell en el siglo XVII. Comparado con la historia de la Europa continental en el siglo XX –la Rusia de Lenin y Stalin, la Italia de Mussolini, la Alemania de Hitler, la Francia de Petain y Laval (y los estalinistas Marty y Thorez, no se olvide), la Portugal de Salazar, la España de Franco, más las dictaduras comunistas de todos los países del este– el Reino Unido es lo más parecido a un paraíso democrático. Hubo partidos fascistas y nazis en Estados Unidos e Inglaterra. Recordemos la Federación Germano Estadounidense de Kuhn y el Partido Nazi Americano de Rockwell o la Unión Británica de Fascistas de Oswald Mosley y el breve reinado del filonazi Eduardo VIII del que les libró Wallis Simpson. Pero fueron minoritarios hasta lo marginal.

Con Trump en la Casa Blanca expandiendo discursos de odio y alimentando los de sus oponentes radicales, y el Reino Unido pos Brexit sin encontrar respuestas positivas a la crisis inmigratoria, en una decadente Europa de ascenso de la extrema derecha y que tampoco sabe afrontar los graves problemas a los que se enfrenta, la cosa parece muy seria al afectar a las dos democracias más longevas y estables del mundo. Todo mientras China exhibe músculo militar y armamentístico, los drones de Putin hacen amagos en Polonia y Rumanía en un tentadero bélico, Alemania estudia reimplantar el servicio militar obligatorio que Letonia, Lituania, Suecia o Dinamarca han incorporado o ampliado ya y Polonia construye el mayor ejército terrestre de Europa.

Para lo que me queda en el convento, les aseguro que estas cosas no me quitan el sueño. Pero tengo hijos y nietos, y eso sí me lo quita. Para mi generación, nacida poco después de la II Guerra Mundial y en plena Guerra Fría, Estados Unidos e Inglaterra son, con todas sus zonas de sombra, símbolos de las libertades democráticas. Por eso nos preocupa tanto que la primera se fracture y en la segunda se manifiesten más de 110.000 nacional-populistas.

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