Vericuetos
Raúl Cueto
El caso
Todos somos expertos en geopolítica. Nos basta una cerveza para arreglar el mundo a golpe de chulería y servilleta en los morros; que en la ONU no tienen ni idea de hacer bien las cosas… Con el empacho de titulares que engullimos a diario todos sabemos situar más o menos en el mapa ciudades como Zaporiyia, Gaza, Teherán y, con un poco de suerte, hasta el lugar donde vivimos. Todos conocemos el origen de los conflictos que asolan la tierra y es tanta nuestra arrogancia que no llegamos a fin de mes, pero sí al fondo de los problemas mundiales. Somos así de listos…
El caso es que en nuestra infinita sabiduría solemos desconocer los aspectos más fundamentales de nuestra propia historia. ¿Alguien de ustedes sabría señalar con el dedo dónde se encuentra Dajla? ¿Y Villa Cisneros? Posiblemente alguno sí sea capaz, pero para el común de los españoles esa es una parte del planeta completamente desconocida, exótica y lejana.
La región de Río de Oro fue una vez española. Está en el Sáhara, que también fue español. Sí, ese solar lleno de arena que solo acaba donde comienza el mar. Villa Cisneros y la árabe Dajla son la misma ciudad; la capital de Río de Oro, para ser exactos. La de todo el Sáhara es El Aaiyún… Fuera de Villa Cisneros solo había vacío, unos cuantos fuertes militares y soldados nómadas en dromedario vigilando las fronteras que separaban la nada de la nada. Y así siguió todo hasta la Marcha Verde, cuando España abandonó a los saharauis a su suerte; una suerte que jamás llegó y que siguen esperando para ser el pueblo que son, pero libre al fin de invasores.
Las banderas del Sáhara y de Palestina son prácticamente idénticas, como idéntica es su reivindicación por la independencia. Quizá cuando sean países reconocidos fracasen, pero tienen todo el derecho a fracasar porque eso querrá decir que al menos existen. A día de hoy se les niega esa existencia y se les ha convertido en Djinns, espíritus que deambulan por el desierto, sin caer en la cuenta de que tarde o temprano recuperarán la humanidad que se les niega. Por el pasado que nos une a ese pedazo de África no debemos olvidar a esas personas que esperan nuestra mano. Así que cada vez que nos indignemos con lo que sucede en Gaza hagamos lo propio con el Sáhara, aunque no sea noticia y no sepamos tanto del tema. Quizá así seamos un poquito más justos y menos hipócritas...
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