La ruleta del AVE

23 de septiembre 2025 - 03:10

Hasta hace muy poco tiempo los sevillanos no miraban los horarios de los vuelos a Madrid como no estuvieran planeando un viaje con enlace en el Aeropuerto de Barajas hacia cualquier destino europeo o trasatlántico. Para ir a la capital a realizar cualquier gestión o, simplemente, a pasar unos días, el AVE era la opción casi única desde que en 1992 se puso en marcha la primera línea de alta velocidad de España, que aseguraba un traslado rápido y de calidad y que en poco tiempo se quedó con toda la cuota de mercado del transporte entre la capital andaluza y la del Estado.

Pero las cosas han cambiado y ha sido a peor. De nuevo el avión se convierte en una opción a tener muy cuenta si se tiene la obligación profesional o personal de estar en Madrid y la puntualidad es una condición importante para el éxito de esa gestión. El AVE es una especie de ruleta donde después de sacar un billete cada día más caro te la juegas a que el tren no salga, salga con retraso o se quede parado durante horas en medio de un secarral manchego. Todo ello rodeado de falta de información y de atención inconcebible y tras haber soportado el paso por una estación que, como ocurre en Santa Justa, sus responsables han conseguido convertir en algo todavía más incómodo y estresante que un aeropuerto.

Quedan lejos, muy lejos, los tiempos en los que la puntualidad era tan estricta que los viajeros estaban deseando llegar con cinco minutos de retraso para que el viaje te saliera gratis y el trayecto no llegaba nunca a las dos horas y media.

¿Qué es lo que ha pasado en el AVE para que haya pasado de ser un ejemplo de calidad en todos los sentidos a un desastre en el que te arriesgas a llegar tarde o a no llegar cada vez que te montas en el tren? El ministro Óscar Puente puede engañarse a sí mismo e intentar engañarnos a nosotros con ocurrencias absurda que hablan de conspiraciones y robos de cable o proclamar, sin que se le caiga la cara de vergüenza, que el ferrocarril pasa en España por el mejor momento de su historia.

La realidad triste es que, al menos vista desde Sevilla, la aventura del AVE ha corrido paralela a la del país que atraviesa. España ha experimentado durante los últimos años un deterioro alarmante de la calidad de su gobernanza y de la prestación de sus servicios públicos. Aunque en los siete años de Pedro Sánchez en la Moncloa las cosas han empeorado a alta velocidad, sería injusto achacarle toda la responsabilidad. Como tantas cosas, todo empezó a torcerse con el batacazo financiero de 2008 y desde entonces no se ha recuperado el rumbo.

Y no parece que se vaya a recuperar a corto plazo. Tendremos que seguir disculpando las mejoras, como dice la cínica campaña del Ministerio de Transporte. De modo, que, si quiere un viaje sin sobresaltos a Madrid, más le vale confiar en el avión y coger el Tussam del aeropuerto. A no ser que quiera emociones fuertes jugando a la ruleta del AVE.

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