Juana González
Perdidos
El Ateneo de Sevilla es una venerable institución que por definición debería de ser uno de los principales impulsores de la vida cultural de la ciudad. Si lo es o deja de serlo es una cuestión que merecería un análisis más profundo, que dejamos para otro día. Hoy mejor nos centramos en la que es su principal actividad a lo largo del año. Para el común de los sevillanos el Ateneo es la institución que organiza cada año, desde hace ya más de un siglo, la Cabalgata de Reyes Magos que cada tarde del 5 de enero tiene la virtud de convertir Sevilla en una ciudad ilusionada puesta al disfrute de los más pequeños. Un éxito y un servicio a la ciudad que todo el mundo le reconoce. A cualquiera que se haya acercado, aunque solo sea un poco, a esta celebración le consta el derroche de trabajo y entusiasmo que ponen los responsables de la institución para que todo salga como debe salir. No hay un sevillano capaz de poner reparos a la Cabalgata, que está en un puesto destacado entre las tradiciones más queridas de Sevilla, aunque pague el peaje de servir de escaparate a algún personaje local en busca de relumbrón o de exhibición de poderío.
Algo de eso hay también este año. Por razones que desconozco, el disputado turbante de Baltasar le ha sido confiado a Juanma Moreno, presidente de la Junta metido ya de lleno en los preparativos de las elecciones que la próxima primavera decidirán en qué condiciones renovará su puesto en el Palacio de San Telmo. La Cabalgata va a ser una especie de consagración de sevillanía, en unos momentos muy oportunos, para un político que la ciudad había visto cuando llegó al cargo como un malagueño que si podía barría para su casa. Hay que reconocerle, sin embargo, a Moreno que ha sabido entrar en Sevilla y que hoy la ciudad ha dejado atrás esos recelos que en algún momento estuvieron muy presentes. La Cabalgata es la guinda que le faltaba. Pero sobre todo la tarde del 5 de enero va a ser para él una especie de publirreportaje callejero de muchas horas, con una extraordinaria proyección en los medios locales, en el que los caramelos se van a lanzar pensando más en los padres que en sus criaturas. Casi se podría considerar un acto más de su campaña.
El recorrido por las calles de Sevilla le va a venir muy bien a un presidente en las horas más bajas de su mandato. Aunque el PSOE no levante cabeza y atraviese sus momentos más bajos, los problemas en la sanidad y algunos otros, como el caso de presunta corrupción en la Diputación de Almería, empiezan a pasarle factura y la mayoría absoluta pende de un hilo según todas las encuestas, incluida la que patrocina la propia Junta de Andalucía. La sombra de Vox se proyecta con fuerza sobre el palacio de San Telmo, algo que, con ser grave, seguro que no empaña el recorrido triunfal de Baltasar Moreno por las calles de Sevilla. Aunque hay motivos para suponer que el rey negro no es el favorito de los seguidores del partido de Abascal.
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