El umbral de la vergüenza

04 de septiembre 2025 - 03:10

Por qué se llama normalización al trapicheo con los siete votos de Junts que, tras los pasos de Cerdán, Zapatero e Illa, blanquea y da vida al prófugo Puigdemont? Según las fuentes oficiales y sus voceros porque, junto a los indultos, la amnistía y las concesiones económicas, la reunión entre Illa y el prófugo ha sido un paso más en la distensión del conflicto catalán. No les falta razón. Si a quien protesta, llegando al límite de las algaradas callejeras y los pronunciamientos anticonstitucionales hechos desde las más altas instancias políticas y representativas que obligaron a una intervención del rey, se le da lo que pide, se amansa. Hasta los perros peor educados que lloriquean en torno a la mesa se callan si se sigue espoleando su mala educación y se les da de comer.

Pero comparar el diálogo con un prófugo de la justicia con el que debe establecerse entre líderes políticos no acusados ni huidos es llevar el cinismo demasiado lejos. Sobre todo, cuando quienes lo hacen, caso de Illa, dijeron que nunca lo harían, además de oponerse a la amnistía… Hasta que los siete votos que controla el prófugo fueron esenciales para la estabilidad y continuidad del Gobierno y de Sánchez.

Está tan claro por qué se dialoga con Puigdemont que debería ruborizar hablar, como estos días se hace, de normalización, distensión, rebajar la tensión política o hacer el clima más respirable. Se normaliza lo escandalosamente anormal; se distiende la tensión de un Gobierno preso de las exigencias de sus apoyos; se rebaja la tensión de quienes se saben cogidos por un alfiler; se hace más respirable el clima de la Moncloa a la que Sánchez se agarra como una anémona o el tubo calcáreo de un gusano serpúlido a la concha de un mejillón.

Da igual. A un país cada vez más insensibilizado o incluso desmayado tras tantas mentiras y tanto desdecirse nada le sorprende o escandaliza. Esta indiferencia hastiada y este cabreo estéril que engorda a Vox, hay que reconocerlo, es el mérito político de Sánchez: lograr, para su propia supervivencia, dejar al país noqueado sin que importen los golpes que se le den a la verdad, la Constitución, la separación de poderes o la justicia. Sobrepasar el umbral del dolor puede llevar a la insensibilidad o el desmayo. Aquí hemos superado el umbral de la vergüenza.

stats