Del vuelva usted mañana al llame a este teléfono

Recreación de Larra esperando turno.
Recreación de Larra esperando turno.

07 de septiembre 2025 - 12:18

De un tiempo a esta parte, el ciudadano es sospechoso en su relación con la Administración. Lo nota usted al sentirse como un 'espalda mojada' tratando de saltar el muro infranqueable de Trump cuando intenta llegar a la ventanilla para que le tramiten el documento exigido. Eres sospechoso, aunque vayas recién duchado y, claro, asumiendo este papel asignado por la cosa pública te reciben con guardias de seguridad, a veces bienintencionados y otras tantas, digámoslo así, haciendo tareas que no les competen. Somos presuntos ciudadanos hasta que no se demuestre lo contrario.

A veces no llegas ni a franquear el arco de seguridad sin antes quitarte la muela de oro, mostrar tu certificado de penales y jurar sobre la Biblia que no comiste carne en Viernes Santo. De la pandemia quedó fijado el peligro de que el ciudadano contagie algún tipo de virus a ese ‘Demogorgon’ en el que se convirtió la Administración. El bicho quiere que hagamos los trámites desde lejos, la distancia de seguridad ha aumentado y si no te ven por allí, muchísimo mejor.

Si logras pasar alguno de los filtros dilatantes, cuando estás a mitad de frase ya te han dado un papelito, a modo de sortilegio, donde llamar (centralizado en Sevilla o en Madrid), aunque la solución a tu cuita esté en la segunda planta y en el edificio reine un silencio de templo budista. Da igual, no pierda el tiempo ni la razón, pues el engranaje está montado así.

¿Dónde va usted? Me han llamado, balbuceamos. ¿Quién?: pues de nombre Número y de apellido Privado, no tengo más datos, pero era de esta Delegación, seguro. Y piensas que puedes perder el turno si no aciertas a la primera o que te den una pequeña descarga eléctrica para corregir tu sorna. Te sientes como Astérix y Obélix, ante las doce pruebas, una de ellas era 'pelear' contra la Administración en búsqueda del mítico formulario A-38, sin perder la cabeza. "Por Tutatis... ¡Estos romanos están locos!".

El bueno de Larra se quemaría hoy a lo bonzo si tuviera que acompañar al Monsieur Sans-délai de turno a tramitar sus asuntos burocráticos, sólo con intentar navegar por las “accesibles” webs puedes quedar atrapado en un limbo negro, entre enlaces rotos, farragosos formularios, recónditos lugares de interés. Es el inframundo de tu administración cercana a mano. Que Dios te bendiga y mucha suerte, maestro. Colón tenía más posibilidades de llegar a buen puerto que tú.

Y, por supuesto, no oses interactuar con el bicho. Te avisan que los correos son unidireccionales, no conteste. El mensaje grabado no acepta matices, no hay escalas de grises. Tramitar, por ejemplo, una ayuda a la dependencia es subir el Himalaya sin ‘sherpa’, sin oxígeno, a pulso. Hay quienes se despiden de la familia por un tiempo para solucionar sus asuntos en la otra realidad paralela, donde el tiempo tiene otro ritmo, otra cadencia. Luego sales a la calle y descubres que tu reloj no estaba parado.

En casos excepcionales, armados de un valor casi de legionario, pides la hoja de reclamaciones y con el bolígrafo como machete en la boca, te adentras en un Gran Prix sin gracia alguna. Sacan el libro del anaquel de la librería de Harry Potter y, lógicamente, no tienen habilitado un espacio para poder formular tu reclamación en castellano legible. Así las cosas, el Bic, que escribe normal, pero no 4x4, se atranca y como si fueras una salamanquesa te apoyas en una pared para escribir como en las cuevas de Altamira. Pero, lo mejor, sin duda, se hace esperar y al tiempo recibirás una carta donde la Administración te responde casi en código binario o como si la Thermomix hubiera parido un texto. Toman nota o, en otros casos, te retan a seguir con el proceso, con otro par de simpáticos formularios. Pero te das cuenta de que no tienes el valor del legionario y que la cabra es la Administración, que todo se lo come.

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