EDITORIAL
La pujanza de la FP
El Acuerdo sobre Comercio Recíproco, Justo y Equilibrado ratificado entre la UE y Estados Unidos esta semana refleja la enorme debilidad de los 27 al aceptar aranceles del 15% para la mayoría de los bienes que se exporten a ese país, del 27,5% para la automoción y de hasta el 50% en el acero y el aluminio. El acuerdo, que no es justo ni equilibrado, es un trágala para la UE, que compromete compras millonarias en EEUU y acepta eliminar aranceles a ese país, dando un acceso preferencial a sus productos industriales y agrarios. Y todo para que la Administración Trump pueda reducir la deuda pública estadounidense. Ursula von der Leyen ha preferido un mal acuerdo que una guerra comercial, pero lo cierto es que los aranceles del 10% impuestos desde abril ya han impactado en las balanzas comerciales de toda Europa. Las exportaciones de Andalucía a EEUU han sufrido la misma suerte y han caído un 27%. Estados Unidos es el quinto país al que más exporta la comunidad andaluza, sobre todo aceite de oliva y refino de petróleo. ¿Qué se juega Andalucía en esta guerra comercial? Según la Junta, unos 509 millones, el 0,23% del PIB. Y lo más importante, ¿qué pueden hacer las empresas andaluzas para amortiguar los aranceles? Nada o casi nada si hablamos de las pequeñas, salvo buscar nuevos mercados, algo que están haciendo ahora todos los países y regiones. “Si EEUU no nos quiere comprar, les vendemos a otros”, ha dicho ya Lula da Silva. Las grandes empresas pueden levantar fábricas en EEUU o aliarse con socios locales, pero las pequeñas sufrirán la ley del embudo, y subirán precios para no reducir márgenes, lo que podrá retraer la demanda del consumidor estadounidense ante los vinos, el aceite, las aceitunas o la piedra natural de España. Todo dependerá de la elasticidad de la demanda, es decir, si ese consumidor norteamericano, que soporta ya una fuerte inflación de EEUU, está dispuesto a pagar más por lo mismo. Los hay optimistas y fían el futuro a posibles cambios en el acuerdo para hacerlo más elástico y salvar, por ejemplo, a los vinos europeos... tras la presión de Macron.
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