La tribuna

Correos

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Julián Aguilar García
- Abogado

Afinales del siglo XV los Thurn und Taxis cimentaron los actuales sistemas de correos y, a la vez, su ingente riqueza familiar. Demostraron que tal servicio podía ser un negocio tan lucrativo que, claro, los Estados entraron al juego porque preferían quedarse con el pastel, entero a ser posible. Y los servicios públicos de correos, posteriormente correos y telégrafos, han constituido un elemento vertebrador en nuestras sociedades durante muchas décadas.

El de Correos es hoy un negocio difícil por distintas razones. No se escriben ni mandan cartas ni telégrafos desde la irrupción del fax y, muchísimo más aún, del correo electrónico. Lo que era un monopolio ahora es un mercado abierto y competitivo donde los FedEx, Seur y tantas empresas que sucesivamente han ido apareciendo (y a veces desapareciendo) han generado competencia, reducción de precios –estrechamiento de márgenes– y exigencia de calidad y plazos.

En muchos países, por tanto, los tradicionales servicios públicos de Correos lo están pasando muy mal, intentando adaptarse mejor o peor a las nuevas circunstancias. No debe sorprendernos que en España la Sociedad Estatal Correos y Telégrafos, S.A., S.M.E. ofrezca tan malos resultados. Pero nuestro caso es un poco distinto del de otros países.

En España, Correos es una sociedad anónima pero con el Estado como único accionista, funcionando como un ministerio pero con menos controles, qué oportuno. En 2018, Pedro Sánchez nombró presidente de Correos a Juan Manuel Serrano, que fue su jefe de Gabinete en la Ejecutiva del PSOE. Ante el desastre de gestión, lo sustituyó por Pedro Saura, que lleva de puesto público en puesto público desde que Franco era cadete. Y no parece que el servicio sea mucho mejor. Por no hablar de las legítimas suspicacias que genera el que un Correos de dirección partidista transporte los votos y una Indra de igual filiación los compute y comunique.

Quien suscribe tiende a comprar libros por internet con frecuencia, con algo de pena pero impulsado por la facilidad, por la agilidad y porque en las librerías de mi barrio los horarios son escasos e impredecibles y los dependientes saben de libros tanto como yo de física cuántica. Y Amazon me los hace llegar por medio de distintos proveedores. Uno de ellos, Correos. Pues bien, al igual que tenemos archicomprobado que con gran frecuencia (sobre todo en verano y otras épocas de mucho trabajo o muchas vacaciones) los señores de Correos que dicen ir a tu casa infructuosamente a dejarte un aviso de Hacienda realmente no han ido, también tenemos demostrado que si Amazon elige a Correos para un envío determinado las posibilidades de que no te llegue son mucho mayores que con cualquier otro proveedor.

Y sí, escribo esto como desahogo porque Correos me dice hoy por correo electrónico, a través de Amazon, que ha intentado entregarme un libro y que lamentablemente no han podido porque no había nadie en la oficina…, cuando a esa hora estábamos varias personas. Funcionan mal y mienten.

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