La tribuna

Filmoteca itinerante

Filmoteca itinerante
Manuel J. Lombardo
- Profesor De La Universidad De Sevilla Y Crítico De Cine

Ya se comprobó en Córdoba, sede central de la Filmoteca de Andalucía, que llevarse las proyecciones o la actividad pública del edificio histórico del centro al recién inaugurado mamotreto C3A en las afueras, sueño de grandeza de la entonces consejera Rosa Aguilar, no era precisamente una buena idea. Se protestó y se reculó. Si algo ha hecho bien la institución que representa Pablo García Casado desde tiempos inmemoriales, es preservar aquel espacio y sus salas como bastión al que aún peregrinan con regularidad los selectos cinéfilos locales.

No se entiende bien pues que, para su sede sevillana, invento descentralizador-compensador que también funciona en Granada, se haya elegido ahora el Teatro Central recién remozado en la Cartuja. Bueno, se entiende como capricho político e intento de amortización de la inversión, vendidos por la simpar consejera Patricia del Pozo como gesto de expansión de contenidos (añadan el Centro Andaluz de las Letras) en el que llaman “centro cultural de las vanguardias”.

Tendremos que ir pues hasta la Cartuja para disfrutar de los nuevos ciclos que preparen Rodríguez y Casado, esperemos que más estimulantes y renovados que los que se vieron en la temporada pasada en el Cervantes, ese “cine histórico y en peligro” al que había que salvar y que, ahora, por lo visto, ya no, o no al menos con dinero público. RIP. Una peregrinación sin duda molesta, como lo fue siempre acudir a cualquier evento del Central hasta que acabamos acostumbrándonos.

Supongo que los responsables son conscientes de que los estímulos para atraer al cinéfilo hasta allí no son los mismos que mueven al aficionado al teatro, el jazz o la danza contemporánea, pero ahí están, apostando porque veteranos de hoja de sala y jovenzuelos de Letterboxd crucen el río y la fantasmal calle José de Gálvez para ver una integral de los diarios de David Perlov, otra de Konrad Wolf o una más de Peter Watkins entre la obligada selección de clásicos andaluces.

El Cicus, que durante años albergó la programación residual de la Filmoteca en Sevilla, siempre nos pareció un lugar acogedor y acorde a las proporciones del proyecto. Y con su selecto ambigú para crear ambiente. También saludamos que se le diera una nueva vida (con respiración asistida) y un nuevo público al Cervantes en su ocaso como cine popular. Lo del Central no nos convence ya tanto por los motivos expresados, pero sobre todo por la sensación de ser una vez más un espacio de prestado, transitorio y compartido, sin una identidad y un destino propios.

Se hace evidente que nunca se sabe muy bien qué hacer con la Filmoteca, con esta sede sevillana y sus contenidos, incluso cuando, como anunciaba el último balance, las cifras de asistencia de la temporada 2024-2025 habían crecido “espectacularmente”. Un ilustre cinéfilo boquerón me comentaba que Málaga aún sigue esperando la suya. Le dije que no tuvieran prisa.

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