La tribuna

La fuente y los árboles de la Magdalena

La fuente y los árboles de la Magdalena
Tomás García
- Doctor En Biología

Los Caños de Carmona, de orígenes romanos y restaurados por los almohades, alimentaban fuentes públicas de emblemáticas plazas hispalenses. Muchas de dichas fuentes han desaparecido, siendo una de las que han llegado hasta nuestros días la de la Plaza de la Magdalena, espacio atravesado a lo largo de los tiempos por múltiples avatares. Este ensanche surge en 1810 como consecuencia del derribo por las tropas francesas ocupantes de la iglesia gótico-mudéjar de la Magdalena, la cual sería sometida a un largo intento de reedificación y demolida finalmente en los años cuarenta de dicha centuria por aclamación popular. En el malogrado templo fue bautizado Bartolomé E. Murillo y recibido enterramiento Juan Martínez Montañés tras morir en la terrible peste de 1649 que rebajó la población sevillana a la mitad. El proyecto de la nueva plaza fue trazado por J. Manuel Caballero y culmina con el ensamblaje en su centro (1844) de una maravillosa fuente marmórea de naturaleza ecléctica e inspiración romántica: con un mar poligonal de aire renacentista proveniente de una fontana del Hospital de la Misericordia; con un fuste resaltado por relieves de veneras, coronas borbónicas y tritones mitológicos que sostienen una hermosa taza gallonada con carátulas-surtidores, todo procedente de una pila manierista ubicada desde siglos atrás en la Alameda de Hércules; con una escultura del siglo XVIII que la corona y que representa a la musa griega Calíope de la poesía épica y la elocuencia, originaria del Palacio Arzobispal de Umbrete y que pasaría un tiempo en el recién inaugurado Museo de Bellas Artes antes de presidir la Magdalena. La fuente-monumento resultante, que habría sustituido a la existente antes en una plazuela junto a la iglesia, es un compendio armónico que nos ofrece retazos de nuestra historia.

Este enclave céntrico de Sevilla ha recibido variados nombres desde su primitiva denominación medieval de Plaza de la Magdalena: de la Iglesia, de la Libertad, del Pacífico o del General Franco; recuperando en 1980 la rotulación en honor de María Magdalena que había pervivido en el ánimo de los ciudadanos. La plaza decimonónica creada permitió la plantación de árboles de sombra, los cuales fueron sustituidos en 1882 por naranjos y palmeras datileras. Otra reforma fue llevada a cabo en 1968 por Luis Recaséns Méndez, mientras entre 1994 y 1999 se retiran las centenarias palmeras y ocupan su lugar los ocho magnolios que hoy podemos contemplar en su esplendor alternando con naranjos y que aportan al foro un carácter especial. En el transcurso de reiteradas intervenciones urbanísticas se perdieron edificios nobles como los hoteles París y Madrid, mientras una reciente restauración ha suprimido el histórico pavimento de losas de Tarifa y convertido la tradicional plaza-salón en una plataforma única, plantándose un altivo coco plumoso en cada una de las esquinas, uno de los cuales ya ha pasado a mejor vida en sus paraísos vegetales.

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