Carmen Silva

Esto también pasará

La tribuna

Esto también pasará
Esto también pasará

12 de junio 2025 - 03:14

Me ha dado coraje que Luis Alberto de Cuenca no haya sido admitido en la Real Academia Española (de la lengua), pero no me ha sorprendido. Me aventuro a decir que a él tampoco. Parece que la RAE es también un reflejo de la España con la que tienen que arar nuestros pobres bueyes. El otro día escuché a El Bardo, como los amigos llaman a mi amado poeta, contar un cuento chino que me dejó un gusto de azúcar y sal:

Érase una vez un emperador que pidió a los sabios de su corte que pensaran una frase que les sirviera de ayuda en momentos de desesperación y zozobra. Los eruditos escribían profundas reflexiones, pero no eran capaces de concretar en pocas palabras el mensaje para su soberano. Finalmente, un anciano sirviente le escribió tres palabras en un pequeño papel que el rey, sin leerlo, guardó en su anillo. Un día el imperio fue invadido por el enemigo y el monarca, viéndose derrotado, buscó ayuda en aquel papelito, encontrando este mensaje: Esto también pasará. Consiguió el emperador reconquistar su imperio y, victorioso, lo celebró por todo lo alto pletórico de alegría. Entonces, el anciano le pidió que volviera a leer el mensaje del anillo. Esto también pasará.

El relato y la cautivadora voz del último Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana me dejaron pensativa. No te confíes. Si las cosas van bien, disfrútalas; si van mal, no te angusties demasiado, porque todo en la vida es temporal. Esta impermanencia nos enseña a apreciar lo que tenemos mientras lo tenemos. Lo que nos hace sufrir es la pretensión de que las cosas buenas duren para siempre, y el apego. No hay lastre más pesado que el apego. En definitiva, la aceptación de la transitoriedad de la vida podría ser el principio más estoico de los estoicos. Controla tus emociones y acepta lo que no puedes cambiar. Qué fácil. La corriente contraria al estoicismo (razón y autocontrol), que también surge en la antigua Grecia, es el cinismo (libertad e independencia a través de la indiferencia). Aspiro a ser siempre estoica, pero reconozco a la cínica que hay en mí y que a veces se impone como la subida de una marea de Santiago. El poeta, que es el príncipe de los helenistas españoles, me da señales para conseguir el ansiado equilibrio en este poema: “Vive la vida. Vívela en la calle/ y en el silencio de tu biblioteca./ Vívela en los demás, que son las únicas/ pistas que tienes para conocerte./ Vive la vida en esos barrios pobres/ hechos para la droga o el desahucio/ y en los grises palacios de los ricos./ Vive la vida con sus alegrías/ incomprensibles, con sus decepciones / (casi siempre excesivas), con su vértigo./ Vívela en madrugadas infelices/ o en mañanas gloriosas, a caballo/ por ciudades en ruinas o por selvas/ contaminadas o por paraísos,/ sin mirar hacia atrás. / Vive la vida.”

Dice el querido Luis SM que lo que los lingüistas no le perdonan a Luis Alberto es que nos vuelva locas. Y es verdad.

stats