Desde Estados Unidos cumple un año de la victoria de Trump con sus instituciones federales cerradas. Debido a la actitud presidencial y a la epidemia de sumisión de los Republicanos en el Congreso, este shutdown –el cierre de los distintos departamentos gubernamentales motivado por el desacuerdo con los Demócratas para aprobar el presupuesto– es el más largo de la Historia. Hay un nuevo alcalde en Nueva York, Mandani, de 34 años, musulmán, que ha advertido al presidente, “si vienes a por uno de nosotros, tendrás que pasar por encima de todos nosotros”. Mientras Trump anda diciendo que quiere ir al cielo –literal– y que no sabe si ha hecho tanto bien para conseguir el destino celestial. Se acumulan los problemas debido a la ausencia de personal entre los controladores aéreos o los oficiales de frontera. Si ustedes viajan a Washington o Nueva York, ¡buena suerte! Y si la tienen, paciencia de horas para llegar a su destino final. Son solo un par de asuntos que subrayan el sentido del compromiso que tiene esta administración con todo lo que no le resulte productivo –en cualquiera de los sentidos que quieran atribuir a la palabra productivo–. ¿Qué decir entonces de los 42 millones de beneficiarios que dependen de cupones sociales federales para poder adquirir alimentos? Estos cientos de miles de ciudadanos de pocos o nulos recursos se han visto afectados por la ausencia de fondos federales provocada por el cierre federal. Y aunque con urgencia los tribunales han fallado para que la administración republicana palíe la situación de aquellos que no tienen fondos ni para comprar comida, el presidente se resiste. Y mientras, en las grandes ciudades cada vez es más visible la presencia de fuerzas de seguridad (militares, agentes de diversos departamentos, policías). Una decisión de Trump tomada con el argumento o excusa de combatir el crimen y la delincuencia pero que encierra la idea de control autoritario, especialmente en capitales que no son favorables al gobierno “go-to” de este presidente.
Tal es la numerosa presencia de efectivos que reportajes de prensa incluyen explicativos para que el ciudadano sepa distinguir que tipo de agente puede encontrarse en Memphis o en Chicago: ¿es del Ejército o del Homeland Security? ¿Es policía o de la DEA?
Es el aniversario de la victoria de Trump que en apenas 9 meses de gobierno efectivo ha puesto en marcha decenas de ordenes ejecutivas que han sido o tienen que ser revisadas por la Corte Suprema. Tal es el caso de su imposición tarifaria a países tradicionalmente socios o adversarios, sostenida argumentalmente en una ley de emergencia aprobada en 1977. ¿Vive Estados Unidos una emergencia económica para llevar acabo esa decisión? Los tribunales tendrán que decidir sabiendo que el Departamento de Justicia ha prescindido de un 10% de su personal (en torno a 100.000) desde el comienzo de este nuevo periodo legislativo. Paradójico es que el presidente Trump haya demandado al Gobierno Federal para que sea indemnizado con 230 millones de dólares, que él, aduce, tuvo que pagar para defenderse de las investigaciones gubernamentales sobre la llamada trama rusa –que indagaban en la presunta interferencia de Moscú en su victoria de 2016– y en el hallazgo de documentos confidenciales en su mansión de Florida. Ahora, él mismo debe decidir sobre el futuro de esos millones de dólares.
Es el mundo según Trump, un mundo que, en opinión de economistas críticos como Paul Krugman, ya está liderado decididamente por China, a tenor de los indicadores de actividad.
No obstante, las encuestas de opinión, una de las más recientes, la publicada por NBC-The Washington Post, muestran el más alto grado de rechazo a la gestión presidencial desde su propia salida en enero de 2021, también indican que el 47 presidente, no se ve abandonado por sus votantes aunque también consideren que se extralimita en su ejercicio del poder. Y ese es el riesgo que avanza, día a día.