La tribuna
La renovación de los partidos políticos
La tribuna
Hace apenas unos días, la mujer que imprimió para siempre en el alma de muchos, la frase que da título a este artículo, falleció.
Ella era, es y será para siempre, Belén Domínguez, la voz que desde la pequeña habitación que ocupó durante casi dos años en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid regaló esperanza, Fe y alegría a todos los que la seguíamos.
“No tengo miedo a morir”. No se cansaba de repetirlo. No abandonó en ningún momento el empeño el superar el tipo de cáncer raro que la dejó casi paralizada, y jamás se permitió mostrar su debilidad porque era fuerte y valiente como pocas.
Quise entrevistarla, pero no pudo ser. No quise insistir porque estaba segura de que había algún motivo por el que no saldría esta solicitud: ¡y vaya si lo hubo!
Me ha dado una oportunidad única: leer, escuchar y ser permeable a todo lo que nos ha contado en sus apariciones en su perfil de Instagram. Un perfil que ha abierto a un torrente de las sensaciones que Belén tenía, sentía y vivía en cada etapa de su enfermedad.
He tenido la inmensa fortuna de salir del papel de la periodista que soy. Alejada de las preguntas he sabido ver más allá de lo que significa la generosidad y del amor profundo e infinito por los demás.
Belén ha sabido devolver a la vida y a los suyos todo lo que la vida y los suyos le supieron dar, regalándonos cada sentimiento, cada sonrisa, cada lágrima y cada instante para hacernos reflexionar, pensar y parar.
Reflexionar en lo que verdaderamente importa para descubrir que Dios está en todo y en todos. Que nada surge de la nada y que su poder es lo que, a nosotros, al igual que a ella, nos da la fuerza necesaria para afrontar incluso lo que creemos no poder soportar.
Pensar en todo lo que nos rodea. En lo que vale la pena y en que nada se acaba ni termina porque el alma es eterna e inagotable.
Y parar. Parar para tener la capacidad de mirar al mundo, a las personas y a lo que nos tenemos cerca con ojos llenos de amor. De un amor ilimitado. De un amor que va más allá de la vida y que trasciende porque es inmortal.
Eso es lo que ha traído Belén a mi vida y por eso me quedo con sus reflexiones, pensamientos e invitaciones a parar sin necesidad de sentir que me estoy perdiendo algo. Porque, y aquí está la clave: no nos perdemos absolutamente nada en medio de tanto ruido, a excepción de lo esencial y lo que tiene sentido.
Mientras escribo estas letras, escucho a la Escolanía del Escorial y las voces prodigiosas acallan cualquier interrupción con lo esencial y con lo que tiene sentido: llegar a Dios a través de la belleza como lo ha hecho Belén.
Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan: 8:12. Belén Domínguez es luz porque, tal y como decía ella, “siempre hay un rayo de luz para seguir adelante”.
También te puede interesar
La tribuna
La renovación de los partidos políticos
La tribuna
Antonio Brea
Escalofrío en el desierto
La tribuna
¿Acepta el debate?
La tribuna
Javier Compás
El cocinero anónimo
Lo último