Un discípulo de Francisco
De raíces españolas, Robert Prevost fue elegido por Bergoglio jefe de los obispos y, como él, promueve la cercanía a los pobres
Un Papa norteamericano de la línea de Francisco para un mundo lastrado por la inestabilidad y la incertidumbre

Otro Papa venido de América, el segundo después de Francisco, fue designado por los cardenales en el cónclave el sucesor de Bergoglio como Santo Padre. Robert Francis Preston Martínez, de ascendencia española por parte de madre, Mildred, nacida en Perú, también ha roto moldes doce años después de que el argentino relevara a Benedicto XVI en el Vaticano. León XIV, como así se hará llamar a partir de ahora, se convierte en el primer agustino en estar al frente de los 1.400 millones de católicos del planeta y también en el primer estadounidense en desempeñar la tarea de liderar a la Iglesia.
El Pontífice número 267 tiene similitudes con Francisco y sus ideas para el futuro serán continuistas, ya que promueve una Iglesia más cercana a los pobres y a los marginados que a los poderosos. Si a Bergoglio lo buscaron en el fin del mundo, Preston viene del primero, Estados Unidos, aunque con fuertes vínculos con Latinoamérica por su pasado como misionero en Perú (también tiene la nacionalidad del país sudamericano), donde ejerció su labor pastoral hasta en tres etapas. De hecho, ofreció unas palabras en español desde el balcón del Vaticano por su perfecto conocimiento del idioma.
Nacido el 14 de septiembre de 1955 en Chicago (Illinois), Prevost ingresó al noviciado de la orden de San Agustín en 1977 e hizo sus votos solemnes en 1981. Su formación académica incluye una Licenciatura en Ciencias Matemáticas por la Universidad de Villanova en 1977, una Maestría en Divinidad por la Unión Teológica Católica de Chicago, y una licenciatura y un doctorado en Derecho Canónico por el Pontificio Colegio de Santo Tomás de Aquino en Roma.
Tras ordenarse sacerdote con 28 años, fue enviado a una misión a Chulucanas (1985-1986). Éste sería el primer paso de un largo camino en Latinoamérica que prosiguió en 1988 en la misión de Trujillo, en cuya archidiócesis estuvo durante una década.
Prevost también acumula una dilatada experiencia docente en su país, como prior general del Capítulo Agustino de Chicago, hasta que en 2014, desde Roma, Francisco lo puso al frente de la diócesis peruana de Chiclayo, como administrador apostólico. Un año después sería nombrado por Francisco obispo de Chiclayo y desde 2018 fue vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal de Perú, afrontando entre otras cosas la grave crisis por los abusos del grupo Sodalicio de Vida Cristiana, disuelto este año por el Papa.
Tras un lustro en Perú, en 2023 Bergoglio lo llamó a Roma para crearlo cardenal y nombrarlo prefecto del Dicasterio para los Obispos, el ministerio vaticano que elige a los monseñores de todo el planeta, conocido como el jefe de los obispos. Francisco también lo designó presidente de la Pontificia Comisión para América Latina gracias a su gran conocimiento sobre la realidad y las periferias del subcontinente.
Afable, moderado y reservado, el cardenal estadounidense ha sido en los últimos años un estrecho colaborador del difunto Papa y entró discretamente en la lista de papables para este cónclave, como un outsider en medio de otros grandes nombres. Su rol de ojeador de obispos y su experiencia sudamericana propician que Prevost mantenga un contacto continuo con la jerarquía eclesiástica alrededor del mundo, sobre todo en América.
A Francisco lo calificó como "un hombre que quería vivir el Evangelio con autenticidad, con coherencia", dijo el agustino y entre sus enseñanzas más preciadas destacó su deseo de "una Iglesia pobre, que camina con los pobres, que sirve a los pobres". En una entrevista a Vatican News, Prevost rememoró el primer viaje apostólico del Pontífice fallecido a Lampedusa, por su "cercanía a los migrantes" y la carta escrita a los obispos de EEUU el pasado febrero "sobre la importancia de estar cerca de los que sufren y de tener el corazón de Jesucristo", cuando se puso en marcha el programa de deportación masiva de inmigrantes ilegales y refugiados. Pese a proceder de Estados Unidos, no era el cardenal favorito de Donald Trump, aunque el gobernante se apresuró en felicitarlo. Su elección pontificia es también una novedad porque es considerado un cardenal joven, con 69 años.
En su doctrina, defiende que se necesitan más pastores que teólogos. "Yo me sigo considerando un misionero", subrayó en una entrevista. Y es valorable además sus virtudes y experiencia como gestor, un activo para la Iglesia en esta época de incertidumbre.
En el debe de León XIV, hay quien lo acusó de encubrir casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes que colaboraban con él tanto en Perú como en Estados Unidos. En concreto, las críticas se deben a su actuación con dos curas agustinos, condenados por abusar de menores en los 80 y 90, y que sin embargo siguieron ejerciendo el ministerio sin recibir ninguna sanción por parte de la orden. La diócesis de Chicago acabó admitiendo su responsabilidad, pidiendo perdón y aceptando pagar indemnizaciones millonarias. En Perú, Prevost fue señalado por tres monjas por supuestamente tapar sus denuncias de sufrir abusos sexuales por parte de dos sacerdotes cuando era obispo de Chiclayo. Esta diócesis declaró que el estadounidense aconsejó a las religiosas a que presentaran su denuncia ante las autoridades civiles y que éstas archivaron el caso por haber prescrito, lo que también llevó a cerrar el proceso canónico. Este lunar no le ha impedido ser el nuevo Santo Padre.
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