Cómo le va a Antonio, el de La Concha de El Rocío en 'Pesadilla en la cocina', con su nuevo restaurante

El empresario dejó hace un año El Rocío para marcharse a su localidad natal, Chillón, en Ciudad Real, manteniendo el sambenito de ser "Antonio el de Chicote"

Cuando Chicote se enfrentó a Franco, llega el fin para la Taberna La Concha de El Rocío

Alberto Chicote visita en 'Pesadilla' una taberna sevillana y lo resume en una frase

Antonio de La Concha en 'Pesadilla en la cocina'
Antonio de La Concha en 'Pesadilla en la cocina' / Atresmedia
Francisco Andrés Gallardo

04 de mayo 2025 - 21:36

"¿Que esto no está bueno? que me muera ahora mismo si esto no está güeno...", se quejaba a gritos Antonio, el del bar La Concha de El Rocío a Alberto Chicote cuando le dudaba sobre una paella con arroz vaporizado que ya llevaba un día hecha. La ira de Antonio José Franco, su nombre completo, fue épica y es recordada once años después de pasar por el programa Pesadilla en la cocina. Su episodio se emitió en la tercera temporada y fue memorable por los arrebatos de soberbia del empresario, apoyado por sus padres, y su mala relación con sus trabajadores y con su pareja, Andrés, cocinero del bar de tapas. "Madurez", le pedía Chicote antes esas reacciones infantiles.

Cuando Chicote llegó a El Rocío halló en La Concha un local en una ubicación privilegiada, con mucho tránsito de peregrinos y visitantes en general. Antonio se preocupaba en rezar mucho a la Virgen, yéndose en pleno servicio al azulejo de la ermita, mientras hacía dejación de la calidad y servicio de su restaurante donde sus padres estaban volcados. El gestor del bar ya llevaba tres fracasos anteriores, entre ellos un bar en Almonte y otro en El Rocío antes del que salió en La Sexta.

Al chef, por entonces, afianzando su popularidad por el formato, halló en La Concha una cocina desaliñada, baratucha y mal hecha, y con involuntario toque de El Bulli como la ensaladilla ácida o el salmorejo que no había visto el aceite de oliva. Ante las inevitables críticas de Chicote el manchego reaccionaba de manera explosiva, rompiendo platos y terminándose de pelear con todos. Antonio culpaba a sus empleados, mal pagados, de unas elaboraciones endebles y una atención al cliente llena de fallos y mala calidad. Alberto intentó en aquella experiencia formar al equipo en atender de forma atinada las comandas, mejorar el menú, redecorar el local y adquirir unos terminales portátiles para anotar los pedidos y que terminaron siendo vendidos por Franco en el mercadillo del Charco de la Pava, como informó con mal carácter a Chicote en su visita de inspección. Había desechado la vajilla de loza que le aportó el programa y ninguneó las instrucciones del equipo de Pesadilla, despidiendo a los jóvenes que atendían el local y que no habían parado de quejarse.

En ese regreso de Chicote a La Concha para comprobar cómo había funcionado al cabo de los meses se topó con Antonio ataviado con una chaqueta tipo Ágatha como la del programa, que para eso se había convertido "en el Chicote de El Rocío". “Doy de comer a muchísima gente... con mi carta. Tu carta no la he dejado para nada, el que me la ha pedido le he echado un autógrafo y se la he dado", respondía con soberbia el hostelero. Mantuvo su menú originario, y las malas críticas, y de nuevo se puso a aullar cuando el chef le observó que las croquetas que servía no eran melosas. Las hacía la madre de Antonio y él se lo tomó por lo personal. "La mejor croquetera de España”, proclamaba Antonio de su madre mientras ella volvía a mediar para que no se alterase.

Pese a las malas reseñas en las webs gastronómicas, La Concha se mantuvo en El Rocío, apurando de paso la viralidad de haber salido por La Sexta y las continuas reposiciones en el canal Mega. Antonio fue incluso imitado por Miki Nadal en Zapeando y llegó a visitarle para encontrarse frente a frente

Tras la inercia de la propia vida entre redifusiones de aquella entrega en el canal Mega, hace un año, el 1 de abril de 2024, La Concha echaba el cierre a local de El Rocío. “Gracias a todos los que nos habéis visitado. Pasaré a la historia como Antonio el de Chicote”, reconocía el manchego.

Antonio se marchó a Chillón, Ciudad Real, para reabrir La Concha en su pueblo, más tranquilo, y manteniendo en gran parte la carta que ya ofrecía en El Rocío. ¿Cómo es La Concha ahora? Antonio ha mantenido la línea de lo que ofrecía en El Rocío.

Estas son algunas de raciones (de 8 a 14 euros) y medias raciones (de 4 a 8 euros) que ofrece ahora La Concha en Chillón. Ensalada tropical, ensaladilla de gambas (¿ya no serán las microgambas que probó Chicote?), tomate rociero, croquetas caseras, revuelto de ajetes, albóndigas en salsa. En carnes, guarrillo frito con ajos, orejas fritas, pluma y otros cortes ibéricos y en pescados ofrece tortillitas de camarones, cazón en adobo, puntillitas e incluso coquinas, todo un desafío para un restaurante de tierra adentro. Antonio y su equipo también sirven bocatas, a 5 euros, de pechuga, lomo a la plancha, serranitos o roscas al gusto del cliente.

El menú del día es de 10 euros en laborables y 12 euros los festivos. Precios realmente imbatibles en cualquier punto de España en estos momentos. La Concha de Chillón también ofrece el servicio de banquetes ya que tiene un salón para 200 comensales.

A Antonio "el de Chicote" le va mejor en reseñas en su nueva localización. Ha incluido el teléfono móvil para reservas aunque el propietario está al quite de las críticas y no le gusta que le recuerden su paso por el programa. El que quiera probar lo nuevo de La Concha debe acudir hasta esta localidad para comprobar esta evolución desde la experiencia de más de diez años en El Rocío.

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