Advierten que la segunda plaga de prays del olivar será más abundante

La larva del prays penetra en el hueso en desarrollo, provocando la caída del fruto en momentos tempranos o en fechas clave

Olivo atacado por prays.
Olivo atacado por prays.

El cultivo del olivar en la provincia de Jaén se enfrenta a un inicio de campaña marcado por la preocupación. Actualmente, se está llevando a cabo un seguimiento exhaustivo de la generación antofaga del 'prays oleae', una plaga que se alimenta de flores e inflorescencias del olivo y que ya presenta niveles muy elevados de capturas de adultos, especialmente polillas, así como numerosas puestas de huevos sobre las inflorescencias. Aunque una floración fértil podría ayudar a mitigar parcialmente el impacto, todo apunta a que esta generación dará lugar a una abundante presencia de 'prays carpófaga', mucho más dañina para el cultivo, ya que ataca directamente al fruto en su primer estado de formación.

En este proceso, la larva del prays penetra en el hueso en desarrollo, provocando la caída del fruto en momentos tempranos o en fechas clave como las conocidas caídas de San Juan o San Miguel, mermando notablemente el volumen productivo del árbol. Dado que los tratamientos fitosanitarios aplicados sobre la fase carpófaga resultan poco eficaces, los técnicos recomiendan actuar ahora, en la fase antofaga, para reducir la población de la plaga y frenar su avance antes de que afecte gravemente al fruto. Para ello, se recomienda aplicar tratamientos en el momento en que entre un 10% y un 20% de las flores estén abiertas, o tan pronto como comience la floración, lo que permitirá alcanzar una mayor efectividad sin dañar la fauna auxiliar.

Los productos más indicados son los sistémicos autorizados a base de acetamiprid al 20%, con una dosis recomendada de 0,25 kg/ha y registrado bajo el número 23377, o cyantraniliprol al 10%, con dosis de entre 0,5 y 1 kg/ha, registrado como ES-01852. En caso de utilizar otras materias activas como deltametrina, lambda-cihalotrina, cipermetrina o etofenprox, los técnicos adviertes que hay que verificar que el producto cuenta con registro específico para su uso contra prays antofaga en olivar, respetando siempre las dosis y condiciones de uso indicadas.

A esta situación se suma la influencia de factores estructurales y climáticos que complican aún más el panorama. La vecería del olivo, fenómeno que provoca una alternancia natural entre años de alta y baja producción, se está dejando sentir con fuerza en muchas comarcas. A ello se añade el efecto de las altas temperaturas registradas durante el mes de mayo, que han afectado negativamente a la floración en distintas zonas de la provincia. El impacto combinado de la plaga, el calor y la vecería ya se refleja en las primeras estimaciones de los agricultores, que alertan de un notable descenso de la cosecha respecto a la campaña anterior.

En la Sierra Sur, municipios como Alcalá la Real o Alcaudete ya hablan de un posible 30% menos de producción debido a estos factores. En Alcaudete, donde la última cosecha fue de carácter medio, se señala que la evolución climática durante el otoño será clave para determinar el resultado final, aunque ya se aprecia el desgaste de los árboles por la vecería. En Mancha Real, la floración no ha sido completa, y los productores estiman que, si el año pasado se alcanzó un 80% de cosecha, este año podría quedarse en torno al 60%, debido a la irregularidad en el desarrollo del olivar provocada por el clima.

Otras localidades como Las Escuelas, en Baeza, y Jimena aseguran haber perdido gran parte de la aceituna, que ha quedado muy pequeña desde las primeras fases de crecimiento. En la comarca de La Loma, considerada una de las más productivas de Jaén, la situación también es preocupante. Se espera un 30% menos de producción en Torreperogil y hasta un 40% en Villacarrillo, donde la vecería se ha unido a los efectos devastadores del prays. En Andújar, los olivares de secano han sufrido intensamente por el calor, lo que ha impedido un buen cuajado de la flor, y en zonas húmedas, el repilo —un hongo que no afecta a la calidad del aceite pero debilita gravemente al árbol— está provocando la caída prematura de las hojas y la pérdida de vigor.

La situación es aún más crítica en las áreas limítrofes con la sierra, como Villanueva del Arzobispo, Iznatoraf, Beas de Segura y nuevamente Villacarrillo, donde al impacto del prays se suma el del algodoncillo, otra plaga que en algunos casos ha provocado la pérdida total de la cosecha por segundo año consecutivo. Estos daños no afectan a la calidad del aceite, pero sí condicionan el volumen total de producción y, por tanto, el equilibrio económico de miles de explotaciones olivareras.

A pesar del escenario actual, los expertos insisten en que aún es pronto para realizar previsiones definitivas sobre la próxima cosecha. El olivo requiere de dos momentos clave para alcanzar su máximo potencial productivo: la floración, que se produce entre abril y mayo, y la maduración del fruto, que tiene lugar entre agosto y septiembre. Todo dependerá de las condiciones meteorológicas en los próximos meses y de la eficacia con la que se logre contener la actual presión de plagas. No obstante, la preocupación en el campo es creciente y el temor a una cosecha por debajo de lo esperado comienza a extenderse por toda la provincia de Jaén.

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