La sobrepoblación de ciervos en Jaén que está dejando sin aceituna a agricultores: "Hay olivos que no tienen nada"

Un afectado explica que la fauna silvestre está causando daños cada vez mayores en el olivar y reclama a la administración menos trabas burocráticas y un control real

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Olivo joven con las ramas partidas por ciervos.
Olivo joven con las ramas partidas por ciervos.

La sobrepoblación de ciervos se ha convertido en un problema grave para los agricultores de Segura y Las Villas, donde los daños en el olivar aumentan cada año. Los animales, ya no solo vienen de zonas de mote cercanas de la Sierra de Segura, sino que el exceso de la especie hace que estén de manera continua en las fincas, lo que está provocando pérdidas importantes en la cosecha y en el desarrollo de los árboles. Según los agricultores, la situación es ya “insoportable” y amenaza la viabilidad de muchas explotaciones.

Así lo denuncia José Luis Fernández, agricultor afectado y delegado de UPA, que explica que los ciervos “se comen la aceituna, los brotes nuevos y hasta la savia de las ramas”, provocando daños constantes a lo largo del año. “Estamos al lado de la sierra y rodeados de terreno forestal. Los ciervos vienen al olivar y se comen los cortes que se hacen en la poda, impidiendo que broten las ramas nuevas. Es un problema que cada día va a más”, advierte.

A los ciervos se suman otras especies que en los últimos años también han empezado a causar perjuicios en las fincas, como la cabra montés y los gamos, que antes no había. "Llevamos un par de años notando su presencia, y ya hay una sobrepoblación general”, explica Fernández.

Ciervos captados en Siles.
Ciervos captados en Siles.

El daño, asegura, se prolonga durante todo el año y varía según la época. “Cuando es la poda y en primavera nacen los brotes, se los comen porque están tiernos y después la savia necesaria para que se desarrolle la aceituna. Luego, cuando llega el fruto, también se comen la aceituna. Además, se limpian los cuernos con las ramas y las rompen. Es continuo. Hasta donde llegan con la cabeza no dejan ni una aceituna, y los plantones jóvenes aparecen comidos”, detalla el agricultor.

Pérdidas del 25 y 30%

Los efectos son visibles y cuantificables. “Se nota perfectamente el corte en las faldas de las olivas y hay fincas con pérdidas del 25 al 30 %. En algunos casos, los árboles jóvenes que empezaron a comerse hace años ya no producen nada. Hay olivas completamente comidas, de las que se coge cero”, añade.

Fernández señala que la situación se agrava por la lentitud administrativa cuando los agricultores intentan proteger sus cultivos. “El problema de los vallados es la burocracia. No se puede pedir un permiso y hacerlo de un día para otro. Pasa un año o dos y no te han contestado. Mientras tanto, los animales siguen entrando y destrozándolo todo”, denuncia.

Desde UPA reclaman que las administraciones simplifiquen los trámites y permitan actuar con mayor rapidez. También piden que se revise el plan técnico de caza, que consideran insuficiente para controlar la población actual. “Esto se aprueba desde un despacho, sin conocer la realidad del terreno. Aquí puede haber quinientos ciervos y el permiso es para abatir cuarenta. Pero las ciervas siguen pariendo, y aunque cacen esos cuarenta, al año siguiente hay trescientos más. Deberían autorizar más capturas y escuchar a los agricultores”, insiste Fernández.

El representante de UPA cree que la solución pasa por reducir la población de ciervos y por realizar un recuento real de los animales. “Deberían hacer un censo serio, porque ahora mismo nos comen. Es un problema que se agrava cada día más. Hace diez o quince años nadie pensaba que aquí iba a haber ciervos, y ahora está todo lleno”, asegura.

Mitad de la oliva sin aceituna.
Mitad de la oliva sin aceituna.

Los daños no se limitan a la pérdida de fruto. Según Fernández, los animales también impiden el desarrollo normal de los olivos. “Cuando llega febrero y marzo empezamos con la poda, en abril y mayo salen los primeros brotes y se los comen. Luego atacan la savia, que es donde se formará la aceituna del año siguiente. Al final, cada época tiene su daño y no hay descanso”, explica.

El impacto económico es elevado, puesto que hay fincas que han conseguido reducir algo el problema porque las han vallado, pero, según expone no es una solución, ya que no pueden convertir el campo en un "corral", llenarlo de vallas y no poder pasar de una finca a otra. En su opinión, la única salida es controlar la población.

El agricultor advierte de que la producción de esta campaña se verá muy mermada. “Este año hay aceituna, y en las copas altas se podrá coger algo, pero imagina un año con una cosecha media o mala, apenas habría nada que recoger. Es un problema que nos está dejando sin fruto y sin futuro”, alerta.

Además, Fernández teme que, de continuar así, el daño sea irreversible para las nuevas generaciones. “El futuro para nuestros hijos se ve muy difícil. Si esto sigue, muchos abandonarán el campo. No se puede trabajar todo el año para que lleguen los ciervos y se lo coman todo”, concluye. Desde UPA, los agricultores reclaman una intervención urgente de la administración para reducir la sobrepoblación fauna silvestre sobre el olivar.

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