El atropello mortal de Alicia Rodríguez en Marmolejo fue “evitable”: el coche la arrastró con un “desplazamiento forzado”
El Equipo de Reconstrucción de Accidentes de Tráfico (ERAT) de la Guardia Civil concluyó en un informe que Manuel Q. S. aceleró de forma intencionada y que, aunque tuvo que notar necesariamente el cuerpo en los bajos del vehículo, siguió maniobrando durante algo más de cinco metros mientras arrollaba a la reportera gráfica
Atropello mortal a Alicia Rodríguez en Marmolejo en 2021: así fueron las horas previas y las posteriores
La reportera gráfica Alicia Rodríguez, natural de Huelva, murió a causa de las múltiples fracturas sufridas tras ser atropellada a las afueras de Marmolejo, cerca del cementerio. Eran cerca de las cuatro de la madrugada del 12 de junio de 2021. Junto a ella sólo había una persona. Manuel Q. S., vecino del pueblo, llevaba saliendo con Alicia casi un año. Aquel día habían estado varias horas de fiesta con distintos amigos, tras lo cual se desplazaron en el coche de Manuel hasta el paraje de la Fuente del Conejito, donde él tenía sus olivos. El tipo llamó al 112 poco antes de las tres y media para pedir ayuda: decía que, no sabía cómo, su novia había terminado en los bajos del vehículo y que estaba “chunga”. La Guardia Civil lo detuvo esa misma noche como sospechoso de la muerte violenta de Alicia. Hoy, la Fiscalía lo acusa de homicidio imprudente; la Junta de Andalucía, de homicidio, y el Ayuntamiento de Huelva y la familia de la fallecida, de asesinato. El juicio, con jurado popular, se celebrará en la Audiencia Provincial de Huelva a partir del 17 de noviembre.
Un primer examen del escenario de los hechos un día después del incidente permitió a la Guardia Civil concluir, de forma preliminar, que el atropello fue “intencionado”. El equipo del Subsector de Tráfico que se desplazó al paraje escribió en su informe: “La intención es la de causar el mayor daño posible sobre el cuerpo en toda su longitud”. Pero los investigadores sabían que necesitaban un análisis más exhaustivo para tratar de cubrir las lagunas que había en el relato del investigado. La Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de Jaén solicitó un informe pericial al Equipo de Reconstrucción de Accidentes de la Agrupación de Tráfico (ERAT) de la Guardia Civil, con base en Madrid. El 21 de junio, los expertos tuvieron una primera toma de contacto en persona con sus compañeros de la Comandancia jiennense, donde estaba depositado el coche del detenido. Ese día, además, se aprovechó para comprobar los sistemas de iluminación y seguridad del vehículo -incluidos los sensores de aparcamiento-, que funcionaban a la perfección. El turismo no tenía ningún tipo de avería.
Las claves del escenario: huellas de neumáticos y restos de vómito
Por orden del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Huelva, varios componentes del ERAT viajaron a Marmolejo el 8 de septiembre para colaborar en la reconstrucción judicial de los hechos, que duró tres días. Todos los detalles están recogidos en las 119 páginas que componen el dosier que elaboró el ERAT. Jaén Hoy ha tenido acceso a todo el documento, aunque parte de sus conclusiones ya fueron publicadas por este periódico en octubre de 2023. Los expertos, acompañados por el investigado, se desplazaron hasta el paraje cercano al cementerio en el que se produjo el atropello y trabajaron sobre el terreno durante el mismo tramo horario en el que tuvo lugar no sólo el suceso en sí, sino todo lo que ocurrió inmediatamente antes y después: entre las dos y media y las cuatro y media de la madrugada. Se procuró que las condiciones lumínicas fueran similares. La noche en la que murió Alicia, la luna estaba en fase media creciente y ofrecía un 2,46% de iluminación. La visibilidad era del 35%, según la instrucción policial. El 9 de septiembre de 2021, día en el que se reconstruyó el atropello in situ, la iluminación lunar era algo mayor, de un 4,77%, aunque el día anterior fue de sólo el 1,1%.
Las fotografías que hizo la Policía Judicial de Jaén durante las horas posteriores al incidente y las huellas de neumáticos que, tres meses después, aún se apreciaban en el terreno sirvieron para señalar con testigos la posición final del coche. Como sólo había fotos de Alicia una vez excarcelada, para ubicar el cuerpo se tomaron como referencia las declaraciones de Manuel tras su detención y las de los dos guardias civiles que llegaron al paraje en primera instancia tras el aviso del 112. Los peritos usaron el propio coche de Manuel y un dummy para recrear la fase del atropello, en la que el investigado se negó a colaborar.
En el informe se describe el escenario de los hechos como una “plataforma terriza de dimensiones y orografía irregular, sobre la que existe una plantación de olivos, formada por tierra de labor compactada, piedras en su mayoría del tipo canto rodado de diferente tamaño, y materiales vegetales muertos (hojarasca seca) pertenecientes a los árboles”. La parte central sobre la que estaba el coche cuando llegaron los primeros guardias civiles era “ligeramente cóncava”, lo cual, de acuerdo a los peritos, “reducía el espacio de supervivencia de la víctima bajo el vehículo”. Cerca de las huellas de los neumáticos había una pequeña construcción de obra cercada con una valla alambrada, dentro de la cual se encontraba la caseta para los perros a la que Manuel entró a orinar aquella noche cuando llegó con Alicia en el turismo, según su versión.
Tres meses más tarde, todavía se distinguían restos de vómito a unos seis metros de la caseta y a casi un metro de donde comenzaban las huellas de fricción, que terminaban unos cinco metros más adelante. Los expertos dedujeron que fue ahí donde se produjo el impacto. El hecho de que los forenses que practicaron la autopsia también encontraran restos de vómito en la boca de Alicia “hace presumir” que la mujer estaba devolviendo en el momento del atropello. Por otro lado, los peritos del ERAT hallaron un rastro biológico dentro del coche, junto al interruptor del contacto. Esos detalles “evidencian”, de acuerdo a los expertos, “que el investigado accedió al interior del vehículo después de haber interactuado con la víctima herida”. Por lo tanto, “no se puede descartar que, después de haberse producido el atropello, el investigado moviera nuevamente el vehículo”.
Manuel también había declarado meses antes que, al salir de la caseta, fue incapaz de ver dónde estaba su novia a pesar de que el coche, vacío, tenía las luces encendidas. Pero, según a los agentes, el campo de visión de esa zona era “amplio” y “suficiente” para haber visto a una persona vomitando frente al turismo: “El área de visibilidad geométrica proporcionada por el alumbrado de corto alcance o cruce (frontal) al investigado, era superior a los 20 metros”, se indica en el dosier.
El atropello se produjo de frente y no fue accidental
Los expertos manejaban en un principio dos hipótesis: la primera, que el atropello se produjera de frente; la segunda, que fuera con la parte trasera del coche. En ambos casos, en el informe se habla de “aceleración voluntaria”. Dicho de otro modo: se descartó enseguida la teoría del accidente. Tras analizar el terreno y las diferentes pruebas, los agentes concluyeron que la única opción probable era la primera. Según esa tesis, Alicia fue golpeada con la parte frontal del turismo “durante un movimiento de avance por aceleración voluntaria” del conductor. Ella estaría vomitando inclinada o de cuclillas, dando su costado derecho al vehículo. La zona se encontraba “libre de obstáculos (al margen del tronco de los olivos)” y “era conocida por el investigado”. Los peritos no encontraron evidencias de que la víctima saliera despedida tras el choque, lo cual, unido al “reducido espacio” del “área de conflicto”, demostraba “que el atropello se produjo a baja velocidad”.
Según el dosier, el coche tuvo que desplazarse hacia delante, como mínimo, 5,4 metros durante más de 30 segundos. Tras tumbar a Alicia, recorrió el primero de esos metros hasta alcanzar las piernas de la víctima y pasar por encima. Fue entonces cuando, siguiendo esta teoría, la mujer quedó atrapada en los bajos. El cuerpo fue desplazado aproximadamente 3 metros, de los que al menos 2,5 fueron “por arrollamiento en los bajos del vehículo”. “El cuerpo le supuso al conductor un obstáculo en su movimiento de avance, que obligatoriamente debió percibir por el sentido del tacto y el oído, y que le exigió ejercer mayor presión sobre el pedal del acelerador para vencer la resistencia a la rodadura normal del vehículo (acción voluntaria de aceleración), circunstancia que quedó evidenciada por el marcaje de caucho en las piedras”, reza el documento pericial.
Para los agentes, la trayectoria de las huellas de los neumáticos, su distancia respecto a los restos de vómito y las lesiones de la víctima demostraban que esta era la hipótesis más factible. Fueron los mismos argumentos que los llevaron a descartar como probable la segunda teoría. De acuerdo al informe, el atropello no pudo producirse con la parte posterior del coche, mientras retrocedía, porque no había huellas que lo probaran. Además, el cuerpo tendría que haber pasado por encima del vómito, y lo cierto es que no se encontraron restos de jugo gástrico en la ropa.
Conclusiones finales: el atropello “pudo haber sido evitable”
El extenso informe se cierra con unas cuatro páginas de conclusiones previas a los datos anexos. La Guardia Civil consideró demostrado que, cuando Alicia sufrió el atropello, había alguien sentado al volante del coche que pisó de forma “deliberada” el pedal del acelerador. Es decir, que era imposible que el vehículo se desplazara por sí solo porque tuviera el freno de mano flojo, como llegó a sugerir Manuel en una de sus declaraciones. En el dosier se indica que el “desplazamiento forzado” del turismo arrastrando el cuerpo de Alicia en los bajos quedaba demostrado por “el removimiento de hojarasca y la tiznadura de caucho transferida por el neumático anterior derecho del turismo a algunas piedras”. Es más, el nivel de fricción de una de las huellas revelaba, de acuerdo a los agentes, que ese neumático “estuvo expuesto a un valor de aceleración y deceleración gradual y progresiva” que no podía vincularse a “una acción de frenada de emergencia”.
Los peritos dejaron claro que, a su juicio, el conductor tuvo que haber visto sí o sí a Alicia delante del coche tanto antes de subirse al vehículo como ya sentado ante el volante. “Además, una vez iniciada la marcha, debió percibir por el sentido del tacto, en un orden que no se puede determinar, la vibración de la suspensión y de la dirección del vehículo al intentar avanzar y pasar con el neumático anterior derecho sobre las extremidades inferiores de la víctima”, añadieron. Según el informe, la “oposición al avance” que generaba el cuerpo de la víctima “obligó” a Manuel a hacer un juego de pedales para “evitar que el vehículo se le calara y consiguiera traccionar para vencer la resistencia a la rodadura que le permitiera desplazarse en el espacio”. Ese triple estímulo fue constatado por el agente del ERAT que representó el papel de Manuel durante la reconstrucción de los hechos. El guardia civil “puso de manifiesto que los estímulos sensoriales descritos fueron de suficiente entidad como para ser percibidos” y, además, “destacó la perseverancia y destreza necesaria en la actuación combinada sobre los pedales de conducción para lograr que el vehículo se desplazara”.
Los agentes comprobaron que el coche no tenía ninguna avería “ni problema alguno en los sistemas de aceleración, dirección o de frenado”. El vehículo estaba dotado, además, de un asistente de aparcamiento que detectaba objetos cercanos. El sistema estaba compuesto por cuatro sensores por ultrasonidos montados en los paragolpes delantero y trasero. Los peritos no podían saber si dicho sistema se activó en las maniobras previas al atropello, pero dejaron claro en su dosier que, de haber sido así, “habría supuesto un estímulo añadido” al “triple estímulo sensorial” para “haber desistido de las maniobras”.
Por todo ello, los expertos determinaron que el atropello “pudo haber sido evitable”, de lo cual “se infiere una intencionalidad clara del investigado en desplazar su vehículo”. En el informe se indica que Manuel no desistió “en su propósito a pesar de la resistencia al avance que le supuso el cuerpo de la víctima” y prolongó “voluntariamente” sus maniobras “sin que se hubiera producido ningún fallo en los sistemas de seguridad activa del vehículo”. Según los agentes, “el conjunto de acciones y omisiones del investigado” tras la maniobra inicial “provocaron las lesiones más graves” de Alicia, “producidas en la fase de arrollamiento (que posteriormente determinaron su muerte)”. Es más, subrayaron que esas fracturas “no se corresponden” con las que hubiera provocado un atropello “a baja velocidad” en “un espacio longitudinal reducido” y “supuestamente en una corta fracción de tiempo”.
Los peritos también recordaron que, según el estudio radiológico elaborado por el Equipo Forense del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Jaén, las roturas óseas -en torno a la treintena- eran “compatibles con aplastamiento”: “La gravedad, intensidad y amplitud de las lesiones en vida que según los médicos forenses sufrió la víctima (fémur derecho, pala iliaca y luxación de L4 y L5, entre otras), ponen de manifiesto que las fuerzas compresoras (presión vertical) que ejerció el plano inferior del vehículo sobre el cuerpo fueron de una magnitud considerable”. Estas son las cartas que hay sobre la mesa y que volverán a exponerse durante el juicio contra Manuel Q. S. en la Audiencia Provincial de Huelva. Será, en principio, entre el 17 y el 21 de noviembre. ¿El acusado es culpable o inocente? Un jurado popular tendrá la última palabra.
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