Aparecen en Jaén los restos de un banquete de hace más de 4.000 años e inédito de la Cultura Argárica

Peñalosa se convierte en el escenario del primer festín no funerario documentado del Argar, una sociedad del Bronce famosa por su compleja organización y sus rituales asociados a la muerte

El municipio de Jaén con acuíferos sobreexplotados y sin alternativas de embalses, que apuesta por la investigación

Yacimiento de Peñalosa.
Yacimiento de Peñalosa.

Una vez más el subsuelo jiennense aporta sorpresas que ayudan a comprender cómo vivían nuestros antepasados y que dotan a la provincia de un patrimonio con el que atraer a un número cada vez mayor de visitantes. Un equipo de arqueólogos españoles ha identificado en el yacimiento de Peñalosa, situado en el término municipal de Baños de la Encina, los restos de un banquete masivo de hace casi cuatro milenios, un hallazgo que obliga a replantear la vida social de una de las culturas más enigmáticas de la Prehistoria peninsular: la cultura argárica.

Hablamos de un estilo social que se caracterizó, entre los años 2.200 y 1.500 antes de Cristo, por tener grandes poblados, con asentamientos urbanos planificados, con murallas, casas, talleres, almacenes, zonas de producción. Además contaban con una economía basada en agricultura (secano y regadío), ganadería, minería y metalurgia, así como una alfarería cerámica avanzada. Se ha sabido que poseían un enorme desarrollo en metalurgia: lo que les dio una ventaja clara frente a sociedades previas de la Edad del Cobre. Y además era un sistema en el que las élites tenían poder, hasta poder incluso permitirse lujosas tumbas o festines como el que nos empeña.

Imágenes de los restos encontrados.
Imágenes de los restos encontrados.

El descubrimiento, publicado en Journal of Archaeological Science: Reports, procede de un pequeño hoyo circular (de un metro de diámetro y 75 cm de profundidad, delimitado por lajas de pizarra con mortero) situado en la acrópolis del poblado. Su modesta apariencia ocultaba un contenido sorprendente: más de dos mil restos animales, entre ellos una cantidad inusual de caballo. Concretamente se halló un conjunto faunístico que asciende a 2.205 restos, de los cuales 182 pudieron ser identificados taxonómicamente.

Caballos para la élite

En la publicación firmada por Lucía Tinoco Domínguez, Marta Moreno García, Auxilio Moreno Onorato y Francisco Contreras Cortés; se explica que el análisis mostró que cinco caballos adultos fueron sacrificados y consumidos durante el evento. En la Edad del Bronce, sacrificar un caballo no era un gesto menor: requería un enorme coste para la comunidad. Especifican además que en Peñalosa el caballo es un animal escaso y valioso, por lo que consumirlo en grupo implica un acto extraordinario, "probablemente liderado por las élites locales”.

Además de caballos, los comensales degustaron vaca, cerdo, ciervo, conejo y liebre, con claras evidencias de carnicería y despiece. La ausencia de partes anatómicas completas confirma que se trató de los restos de un gran festín.

Partes óseas que se han identificado de algunos animales.
Partes óseas que se han identificado de algunos animales. / Journal of Archaeological Science

Más que un evento gastronómico

El equipo descarta que se tratara de un banquete funerario, como los documentados en otros yacimientos argáricos. La mezcla de especies, la forma de depósito y la ubicación en un área de tránsito de la acrópolis apuntan a un acto social distinto. Sobre qué es lo que celebraban, los arqueólogos barajan varias hipótesis:

  • Un ritual vinculado a la minería y metalurgia, actividades cruciales en Peñalosa.
  • Un evento político organizado por la élite para reforzar su prestigio.
  • Una ceremonia comunitaria destinada a cohesionar al grupo.

Sea cual fuera el motivo, los investigadores creen que el banquete tuvo cierta relevancia en el poblado, pues entienden que pocas veces tenían oportunidad de comer tanta carne y menos aún de caballo.

Un hallazgo que cambia el relato

Hasta ahora, casi toda la información sobre la comensalidad argárica procedía de contextos funerarios. Parte de lo conocido hasta ahora demuestra que estas sociedades del Bronce también celebraban banquetes laicos o rituales apartados de la muerte, donde la comida actuaba como instrumento político, simbólico y comunitario.

Este descubrimiento abre una nueva vía para comprender la vida cotidiana, las relaciones de poder y las prácticas rituales en las primeras sociedades complejas de la península ibérica.

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