Coto Ríos echa el cierre tras la temporada de verano: "A partir de septiembre es ya todo cuesta abajo"
Concluida la temporada estival, la mayoría de establecimientos de restauración de la aldea de Santiago-Pontones baja la persiana
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En pleno corazón del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, Coto Ríos se convierte cada verano en un hervidero de vida. Agosto es su mes estrella: las calles se llenan de turistas, los alojamientos cuelgan el cartel de completo, los senderos bullen de familias y grupos que buscan sombra bajo los pinares y frescor en las aguas cristalinas del Guadalquivir. El murmullo constante de visitantes rompe el habitual silencio serrano y transforma esta aldea en un epicentro turístico de la sierra.
Pero al girar el calendario, septiembre cambia el paisaje y, con él, el pulso del núcleo de Santiago-Pontones. El bullicio se apaga, los pueblos vecinos recuperan su cadencia tranquila y la naturaleza se ofrece con un sosiego distinto. El turismo masivo da paso a caminantes solitarios, parejas o pequeños grupos que se internan en el bosque buscando lo contrario al verano: calma, silencio y contacto íntimo con la montaña. Javier López, un apasionado de la naturaleza con su pareja, precisa por qué cada año eligen el final del verano para desconectar. “Hay mucha gente que viene hasta aquí y se queda en Arroyo Frío, que está mucho más masificado. Yo no vengo aquí para quedarme en el apartamento, yo vengo aquí buscando la tranquilidad que me da este entorno”, comenta.
“Septiembre es mucho más tranquilo. Incluso durante el mismo mes se nota ya una bajada y después todo va cuesta abajo”, explican desde Alojamientos El Pinar a Jaén Hoy. De hecho, muchos negocios lo confirman con hechos: bares y cafeterías echan la persiana hasta nuevo aviso, mientras que el supermercado resiste para dar servicio a los locales y a quienes se acercan. Para López, es una imagen habitual: "Es normal, nosotros venimos prácticamente todos los años y es que se podría decir que ellos viven del verano". "Remonta un poco en el Puente del Pilar, pero ya hasta Navidad, nada”, sentencian desde El Pinar.
Ese descenso, que para el comercio supone un reto, se convierte en un regalo para quienes saben mirar con otros ojos. En septiembre, Coto Ríos revela su cara más auténtica: senderos vacíos que permiten caminar sin prisas, fauna que se deja ver con más facilidad, ríos que fluyen sin la interferencia de la multitud y un bosque que recupera su voz. Es el momento en el que la sierra se abre al viajero paciente, aquel que busca escuchar más que hablar, observar más que recorrer.
En esas palabras se resume el pulso turístico de la sierra: un descenso progresivo, marcado por el fin del verano y solo interrumpido por breves repuntes festivos. Sin embargo, lo que para algunos negocios supone un tiempo más difícil, para el visitante se convierte en un privilegio porque septiembre regala lo que muchos vienen buscando: la posibilidad de caminar sin prisas, vislumbrar en senderos y carreteras a esos animales que en otro contexto jamás saldrían a deleitar con su presencia al visitante, escuchar el bosque sin interrupciones y descubrir la verdadera riqueza del Parque Natural.
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