El día que el cielo se cayó sobre el Teatro Cervantes: una carta inédita de 1941

Jaén Retro

El autor parte de una carta inédita de Rafael Ortega Sagrista y relata un episodio histórico que pudo acabar en tragedia

Teatro Cervantes y Rafael Ortega Sagrista (1918-1988).
Teatro Cervantes y Rafael Ortega Sagrista (1918-1988).

Una olvidada misiva familiar, mecanografiada en 1941, emerge del fondo de un cajón para relatar, con la inmediatez del testigo presencial, una historia milagrosa: el día en que se desplomó el techo del Teatro Cervantes de Jaén. La carta —una copia de un original perdido— fue escrita por un joven Rafael Ortega Sagrista (1918-1988), entonces de 23 años, y dirigida a su hermano Ricardo. Constituye un relato de un valor histórico y humano incalculable. Este documento transporta al lector al mismísimo instante del suceso, permitiéndole revivir el pánico, la confusión y el asombroso giro del azar que transformó una tragedia anunciada en un milagro. Se trata, en definitiva, de una cápsula del tiempo que preserva para siempre un instante de caos y fortuna en el Jaén de la posguerra.

Copia de la carta original mecanografiada en la que Rafael Ortega Sagrista relata los hechos.
Copia de la carta original mecanografiada en la que Rafael Ortega Sagrista relata los hechos.

Jaén, 1941: la crónica social antes del cataclismo

La vida en la Jaén de febrero de 1941 intentaba recomponerse entre las secuelas de la guerra. La carta de Ortega Sagrista se inicia como una crónica costumbrista de esa sociedad provinciana. Con una prosa ágil y minuciosa, el autor felicita a su hermano por su "exitazo" en unas oposiciones que causaron "estupefacción en los medios locales de público elegante". Son pinceladas de una existencia que gira en torno al funcionariado, la agricultura y los rumores: un "Cabezudo" convertido en "probo empleado" de la Diputación; un Anguita, quejumbroso por la cosecha de aceite de sus fincas; un Bernardo Rodrigo, visto en el cine con su novia poco después de haber obtenido él también una plaza en la Casa de Socorro.

Es el retrato de una normalidad frágil, que da un vuelco radical cuando la tinta abandona la crónica social para sumergirse en la narración del "supremo aniquilamiento". Rafael se transforma, sin pretenderlo, en el cronista de un suceso que marcaría para siempre parte de la historia del Teatro Cervantes.

El Estruendo que Paralizó "La Carrera"

Eran las cinco de la tarde de un domingo, el 9 de febrero de 1941, una hora aún asociada al trauma de los recientes bombardeos. En la tranquilidad de su casa, acompañado solo por su madre, Rafael escribía al ritmo del repiqueteo de su máquina de escribir, mientras su hermano pequeño, Enrique, disfrutaba de la matinée en el Teatro Cervantes.

De pronto, el silencio se quebró de la manera más brutal.

“De repente, una espantosa explosión, seguida de un fragor horroroso y un temblor general de la casa”, relata. “Pensé en un terremoto, en un volcán repentino. Me quedé clavado en la silla, sin poder moverme”.

El pánico, un fantasma familiar, se adueñó al instante de las calles. La gente irrumpía desde el teatro en un éxodo despavorido, entre gritos y teorías contradictorias: ¿había explotado la caldera? ¿Era un incendio? ¿Había regresado la guerra para cobrarse una última víctima?

En medio del caos, para la familia Ortega Sagrista solo existía una preocupación: encontrar a Enrique. La imagen que Rafael grabaría a fuego en su memoria era la de las mujeres saliendo del Cervantes “como estatuas de yeso, con sus pieles de gato y los caracolillos enharinados”, un instante congelado que capturaba a la perfección el susto colectivo.

El milagro en el escenario vacío

El alivio llegó cuando Enrique apareció sano y salvo; había abandonado el teatro minutos antes del colapso. Solo entonces se pudo comprender la verdadera magnitud de la catástrofe y la asombrosa fortuna que la había acompañado.

Todo el tejado del escenario se había derrumbado, atravesando las viguetas y los ripios del tablado”, relata Rafael.

El lugar que el elenco había ocupado minutos antes era ahora un caos de vigas retorcidas, tejas rotas y escombros. Pero el auténtico milagro, lo que convirtió la tragedia en una anécdota aterradora y no en una jornada de luto, fue una simple casualidad en el tiempo.

“Hacía solamente dos horas y media que había terminado un acto de Acción Católica, y en el escenario había estado la presidencia, compuesta por todas las autoridades civiles, militares, eclesiásticas y municipales de la provincia”, explica.

La élite de Jaén, acomodada en los “mejores sillones” —prestados de instituciones como la Sociedad Económica o la Audiencia, y que ahora yacían reducidos a astillas—, se había librado por un estrecho margen de una muerte segura. Al producirse el derrumbe en un momento de aforo mínimo, el suceso no se cobró ninguna vida.

El contexto de un desastre anunciado

Rafael completa el cuadro describiendo un temporal desastroso que la abuela de la familia atribuía, directamente, al “fin del mundo”. Los vendavales que lo precedieron ya habían causado sus primeros estragos, hundiendo cuatro casas de pobres y derribando —como era costumbre— las tapias del cine Trianón. La lluvia torrencial, que para entonces ya anegaba propiedades como la Casería, fue el detonante final que colapsó la estructura del teatro.

Detalle y planos de la reforma estructural de la cubierta escénica.Teatro Cervantes, 1941. Arquitecto A.M. Sánchez.
Detalle y planos de la reforma estructural de la cubierta escénica.Teatro Cervantes, 1941. Arquitecto A.M. Sánchez.

El veredicto técnico: el proyecto de reforma de 1941

Ocho meses después del derrumbe, en octubre de 1941, el arquitecto municipal Antonio María Sánchez redactó el Proyecto de Reforma definitivo Teatro Cervantes. Este documento técnico vino a corroborar con datos estructurales el relato humano de Ortega Sagrista, arrojando luz definitiva sobre las causas de la catástrofe.

El informe es terminante y confirma plenamente la versión del cronista: «Una de estas armaduras, debido a haber fallado su apoyo en uno de los muros laterales y deformada por haber estado trabajando por ello en malas condiciones, se desplomó desde unos diecisiete metros de altura sobre el foso". Como causa principal, el técnico señaló las deformaciones preexistentes en la estructura original de hierro. El "temporal desastroso" —tan vívidamente descrito por Rafael en su carta— no hizo más que precipitar el colapso inevitable.

La solución constructiva estuvo marcada por la escasez de materiales de la posguerra española. En un contexto de restricciones oficiales sobre el uso del hierro, se optó por una alternativa tan ingeniosa como reveladora: sustituir la techumbre metálica original por cuatro armaduras de madera de grandes dimensiones. Esta decisión constituye un testimonio elocuente de la llamada "ingeniería de la escasez".

El coste total de la intervención para el propietario, José Fernández Cuevas, fue de 23.121,88 pesetas. Dicho importe se desglosa en 21.409,88 pesetas por las obras —según el presupuesto adjunto— y 1.712 pesetas en concepto de honorarios del arquitecto y aparejador. Esta suma, considerable, da cuenta de la envergadura de la reparación.

Presupuesto con el coste total para la reforma del Teatro Cervantes, año 1941.
Presupuesto con el coste total para la reforma del Teatro Cervantes, año 1941.

Conclusión: un legado en papel

La carta de Rafael Ortega Sagrista trasciende su valor como documento histórico para convertirse en un auténtico tesoro humano. Con la mirada lúcida de un joven testigo, captura no solo el latido de una ciudad en una época convulsa, sino también el eco de un derrumbe que, contra todo pronóstico, se transformó en el sonido de un milagro.

Junto con el proyecto técnico del arquitecto Sánchez, ambos documentos conforman un relato completo y conmovedor. Entre los dos rescatan para siempre la memoria de aquel día en que el cielo del Cervantes se desplomó sobre un escenario vacío: un suceso en el que unas pocas horas marcaron la delgada línea entre la tragedia colectiva y la historia de resistencia que hoy podemos narrar.

Nota metodológica: Este artículo se ha elaborado a partir de la transcripción íntegra de la carta original y de la documentación técnica conservada en el Archivo Municipal. Se han respetado escrupulosamente los hechos, las citas textuales y la terminología de la época, con el fin de enriquecer el contexto histórico y social para una comprensión más profunda del suceso.

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