Y la fe los volvió a hacer grandes

Real Jaén

El Real Jaén salió de los infiernos del fútbol nacional ocho años después de la mano de su fiel afición

El Real Jaén alcanza la gloria y asciende a Segunda Federación

El épico recibimiento de la afición lagarta al Real Jaén, en imágenes
El épico recibimiento de la afición lagarta al Real Jaén, en imágenes / Esther Garrido.

Jaén/Dice la Real Academia Española de la lengua que la fe es un conjunto de creencias de alguien, de un grupo o de una multitud de personas. Jaén volvió a demostrar este domingo que es una tierra de fe. Porque después de ver a su equipo caer desde la Segunda División, con el trabajo que le había costado llegar ahí; después de tener prácticamente que suplicar para que el club no desapareciera ni con él su corona; después de pasar ocho años en el pozo del fútbol nacional; la afición del Real Jaén volvió a creer ciegamente en que su equipo volvería a ser grande, volvería a ascender. Y al fin lo consiguió.

De poco importó el calor abrasador, ni las largas colas para entrar a un estadio abarrotado, con más de 12.000 almas, en un partido de la quinta división. Los lagartos se propusieron que este 22 de junio fuese recordado en la historia como el día del renacer de su Real y lo consiguieron. Ya muchas horas antes de que el balón comenzase a rodar sobre un césped que sobrevivió al concierto de Manuel Carrasco, los bajos del Nuevo La Victoria vibraron como pocas veces se había visto.

Todo el interior de Tribuna se llenó hasta la bandera de una parroquia jiennenses convencida, aunque los precedentes invitaran cuanto menos a la cautela, de que esa tarde al Real Jaén no se le podía escapar el ascenso. Y es posible que precisamente fuera esa atmósfera la que impidió que el equipo se derrumbase con el gol del Atlético Central al minuto diez de partido. Fue el ánimo de la grada el que infundió fuerzas a Solera para sostener al equipo cuando parecía que el sueño iba a acabar en hecatombe una vez más.

Pero si uno es futbolista y le parece poca motivación el tener en sus piernas la responsabilidad de llevar al sitio que le corresponde a un escudo con más de cien años de historia, a los jugadores de Manolo Herrero (que bien merece ya una estatua) les bastó con levantar la mirada hacia un estadio entregado, que estalló con el gol de Porro como aquel que lleva toda la vida creyendo en los milagros y al fin es testigo en primera persona de uno.

Lo cierto es que el Real Jaén se mereció este ascenso por fútbol a lo largo de la temporada pero sobre todo este equipo merece estar en un categoría superior por esos miles de personas que no han dudado en viajar durante toda la temporada a campos más propios de equipos de barrio, que no han dejado La Victoria vacía ni cuando llovía, ni cuando helaba, ni cuando el sol apretaba como sólo sabe hacerlo en Jaén. La fiesta se alargó en Las Batallas hasta bien entrada la madrugada y más que debería haberlo hecho. El Real Jaén volvió a ser grande. El Real Jaén volvió a ascender. Pero aún cuando no lo hizo, cuando hubo lágrimas en vez de las risas de ayer, la afición del Real Jaén jamás perdió la fe.

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