Los feriantes de Jaén valoran los primeros meses de su ruta por toda la geografía española: "Sevilla marca la pauta"
SOCIEDAD
El inicio de la primavera marca cada año el comienzo de su actividad hasta concluir en las grandes citas festivas de El Pilar, en Zaragoza, o la propia feria de San Lucas
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Son prácticamente nómadas y gestionan sus vidas con un negocio a cuestas. Apenas hibernan en sus hogares durante cuatro escasos meses, como los grandes mamíferos, para pasar el resto del año viajando de un lado a otro. A estas alturas del calendario dejan tras de sí la mitad de su ruta hecha, aunque los feriantes ya son capaces de valorar el desarrollo del presente curso. En Torredelcampo, sin ir más lejos, una cuarta parte de sus vecinos dependen directamente de este sector, un motivo que les ha llevado a ganarse con el tiempo el sobrenombre de "buscavidas".
Desde hace unos años cuentan en esta localidad con una red asociativa que los pone en constante comunicación. Su presidente, José Alcántara, lleva toda la vida formando parte del gremio y nos atiende mientras plantea su próxima parada en la lejana Cuenca. "Se puede decir que el resultado está entre un 15 y un 20% más flojo con respecto al año pasado". La feria de Sevilla, al inicio de la primavera, es un buen indicador para estos trabajadores cada año: "Normalmente, marca la pauta y esta vez ha sido más floja que otras veces".
Para estas familias es difícil a menudo hacer cuentas sin conocer la participación de la gente. En la archiconocida Feria de Abril, por ejemplo, la mayoría de negocios confían en obtener buenos ingresos. "En primavera no hace tanto calor y al ser la primera se coge con más ganas", expone el torrecampeño. Sin embargo, las respuestas son obtusas en función de las circunstancias económicas y miles de avatares más. "El año pasado, por el contrario, la temporada fue un auténtico bombazo".
Efectos adversos
Muchos de estos feriantes inician su actividad con las primeras celebraciones: Carnaval, Fallas o Semana Santa. Seguidamente, enlazan su trabajo con las fiestas patronales de toda la geografía española hasta concluir con las grandes citas del mes de octubre: El Pilar, en Zaragoza, y San Lucas, en Jaén. "En pueblos pequeños de algo menos de 20.000 habitantes dependemos en buena parte de la campaña generada en la agricultura", subraya.
Otro de los efectos colaterales que marcan los resultados de la feria es, sin lugar a dudas, la climatología. "Repercute mucho el calor, ya que el personal no empieza a acudir a un recinto ferial hasta las 22:30 horas". Ya en el mes de junio, con las fiestas de Cáceres, Plasencia y Badajoz, empiezan a aparecer los primeros toldos y nebulizadores en las casetas. "La tarde es insoportable y antes había otro clima que permitía a la gente salir desde primera hora".
La Asociación de Feriantes de Torredelcampo cuenta en la actualidad con un censo total de 110 empresas. Según explica su presidente, el compendio de personas que dependen de ellas engloba a los propietarios, trabajadores, además de los proveedores y profesionales que contribuyen a su puesta en marcha: desde repuestos a mecánicos, electricistas y carpinteros. "La pandemia se notó mucho en el sector, pero fuimos pioneros a la hora de levantar este gremio con las medidas de seguridad higiénico-sanitarias pertinentes", cuenta. Tanto es así que su protocolo de actuación sirvió entonces para consolidar la feria de una capital de provincia como Badajoz.
Mientras prosiguen su ruta con firmeza, la caravana de sus vehículos y las persianas de sus negocios resisten a cualquier ola de calor. Desde mesones a puestos de comida rápida y atracciones, pues el catálogo es ciertamente amplio. Todos ellos trabajan aún más en los días festivos y su vuelta a casa se antoja lejana. Unos disfrutan y otros se buscan la vida.
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