El secreto que Jaén escondió en su monumento más famoso

Jaén Retro

La imponente Biblioteca Almendros Aguilar intregrada en el monumento.
La imponente Biblioteca Almendros Aguilar intregrada en el monumento.

Hace casi un siglo, en plena efervescencia urbana, Jaén fue escenario de una iniciativa tan insólita como adelantada a su tiempo: una pequeña biblioteca de verano pública integrada en el monumento de la plaza de las Batallas. Aquella “Biblioteca Almendros Aguilar” fue, durante décadas, un oasis literario al aire libre en el corazón de la ciudad. Su historia combina cultura, ingenio arquitectónico y vida cotidiana, permaneciendo hoy como un recuerdo entrañable de un Jaén que apostaba por la lectura como parte de la vida pública.

Un escenario de progreso: El paseo que unió dos jaenes

Para comprender el significado de esta singular biblioteca, es necesario remontarse al Jaén de finales del siglo XIX. Era una ciudad en plena transformación que comenzaba a expandirse hacia el norte, atraída por la promesa de progreso que encarnaba la recién llegada estación de ferrocarril. Fue Rosendo de los Ríos quien concibió la construcción de una gran vía verde que, partiendo de la plaza del Deán Mazas —también conocida como del Mercado—, llegara hasta la estación de trenes. Su diseño incluía unas generosas dimensiones para el tránsito de carruajes y caballerías, flanqueadas por dos paseos laterales para peatones.

Este impulso modernizador se materializó en 1881 con el ambicioso proyecto de Ricardo Herrera: el ensanche que se convertiría en la Avenida del Marqués de la Casa Loring, en agradecimiento a este empresario malagueño por su gestión a favor de nuestro ferrocarril. En 1904, la vía pasó a denominarse Paseo de Alfonso XIII, nombre que más tarde se simplificaría a Paseo de la Estación. Sin embargo, este largo eje de unión —que a lo largo de la historia también se conocería como Avenida de la Libertad y Avenida del Generalísimo— fue mucho más que una simple vía: se erigió como el símbolo físico de la conexión entre la ciudad antigua y la nueva era industrial.

El corazón de la ciudad: la guitarra y las batallas

El punto culminante de este eje urbano fue la creación de la plaza de las Batallas. El 21 de octubre de 1908, durante las Fiestas de San Lucas, se colocó la primera piedra de un monumento conmemorativo que pretendía honrar las victorias en las Navas de Tolosa y Bailén. El proyecto, dirigido por el arquitecto Antonio Merlo y adornado con esculturas de Jacinto Higueras, escondía en su interior una cápsula del tiempo con periódicos locales y monedas de oro y plata con el busto de Alfonso XIII.

El monumento fue inaugurado oficialmente el 20 de octubre de 1912, hace hoy ciento trece años, y rápidamente se convirtió en un emblema de la ciudad. Pero fue la sabiduría popular la que, con un toque de humor y cariño, le otorgó su apodo más duradero: “La Guitarra”. Su forma característica evocaba el instrumento, y desde entonces, ese nombre informal ha resistido más que cualquier denominación oficial.

Dibujo original de la Biblioteca de Verano. Se puede apreciar la inscripción "Biblioteca Almendros Aguilar" y "Ayuntamiento de Jaén" en el respaldo del banco.
Dibujo original de la Biblioteca de Verano. Se puede apreciar la inscripción "Biblioteca Almendros Aguilar" y "Ayuntamiento de Jaén" en el respaldo del banco.

El nacimiento de la biblioteca Almendros Aguilar

En 1935, el entonces alcalde Melchor Cobo Medina dio luz verde a un proyecto que unía cultura y urbanismo de una manera visionaria: instalar una biblioteca pública en los jardines de la plaza. El arquitecto municipal Antonio María Sánchez afrontó un reto técnico: integrar un espacio bibliotecario en un entorno muy transitado, respetando la simetría de la plaza y sin alterar el monumento.

La solución fue tan genial como simple: integrar la biblioteca en la base del propio monumento a las Batallas. Así, cultura e historia se fundirían en un mismo espacio.

El diseño resultante, reflejado en los planos originales, era de una simplicidad encantadora. Consistía en dos armarios de ladrillo, elegantemente revestidos con azulejos que, además de realzar su estética, protegían su valioso contenido. Entre ambos, se instaló un banco forrado de cerámica que cumplía una doble función: servir de asiento y actuar como elemento decorativo. En su respaldo, la inscripción «Biblioteca Almendros Aguilar» sobre su nombre «Ayuntamiento de Jaén» rendía homenaje al poeta jienense a la vez que proclamaba el compromiso municipal con la cultura.

Una biblioteca sin techo: lectura, vendedores y juegos

La “Almendros Aguilar” no era una biblioteca al uso sino que se convirtió en un concepto adelantado a su tiempo. Sus estanterías, blindadas con puertas metálicas, custodiaban una colección itinerante de libros. Pero la verdadera rareza del lugar no residía en sus estantes, sino en su guardián: el mismo guardia municipal que patrullaba los jardines asumía, a la vez, el rol de bibliotecario y se encargaba de prestar los volúmenes.

Las reglas eran claras: los préstamos no podían sacarse del recinto, los libros debían leerse allí mismo, en los bancos de “La Guitarra”. Lejos de ser un inconveniente, esta norma generó una experiencia de lectura compartida. Los bancos se llenaban de vecinos, estudiantes y curiosos que, al abrigo de los árboles, podían sumergirse en la lectura mientras la ciudad bullía a su alrededor. Era, en esencia, una biblioteca comunitaria al aire libre, abierta a todos y sin necesidad de grandes infraestructuras.

Las fotografías de la época muestran un entorno vibrante. Vendedores ambulantes con sus cestas de golosinas o frutos secos se mezclaban con grupos de niños que jugaban en los jardines, quienes eran al mismo tiempo potenciales clientes, creando un ecosistema social donde la cultura era una parte natural y accesible del paisaje urbano jienense.

Arriba, el Paseo de Alfonso XIII. Abajo, la inauguración del Monumento a las Batallas de las Navas de Tolosa y Bailén, un 20 de octubre de 1912. Hoy se cumplen 113 años.
Arriba, el Paseo de Alfonso XIII. Abajo, la inauguración del Monumento a las Batallas de las Navas de Tolosa y Bailén, un 20 de octubre de 1912. Hoy se cumplen 113 años.

El ocaso de un sueño y su legado perdurable

El proyecto, bien recibido en su momento, mantuvo su emblemática presencia durante más de dos décadas. Sin embargo, con el paso de los años, el bullicio de lectores se fue apagando. Su destino quedó sellado a finales de los años 50, cuando la remodelación del Paseo de la Estación y de la propia "Guitarra" se llevó por delante esta pionera iniciativa.

Hoy, Jaén cuenta con una red de bibliotecas públicas modernas y accesibles. Sin embargo, ninguna de ellas posee el encanto sencillo y poético de aquella “Biblioteca Almendros Aguilar”. Su historia recuerda que la cultura puede habitar en los lugares más insospechados: en un banco de cerámica, bajo la sombra de un monumento y al aire libre. Fue una iniciativa humilde pero visionaria, que demostró que la lectura no necesita paredes, sino voluntad y creatividad.

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