Esta es la historia de San Eufrasio, el patrón desconocido de la diócesis de Jaén

Es casi con toda probabilidad el santo más desconocido para la comunidad cristiana jiennense, a pesar de que ostenta su patronazgo desde prácticamente el siglo XVII. El papel de este obispo y mártir ha pasado a la historia en absoluto silencio y permanece a la sombra de otras grandes devociones más arraigadas a lo largo y ancho de la provincia. Lo cierto es que este jueves 15 de mayo se celebra su festividad en la catedral de Jaén, motivo por el que desde este medio hemos querido hacernos eco de su presencia en nuestra tierra.

San Eufrasio es conocido como uno de los siete Varones Apostólicos, supuestamente una serie de clérigos cristianos enviados por los apóstoles Pedro y Pablo para evangelizar la antigua Hispania. Según recoge la Real Academia de la Historia, este discípulo del apóstol Santiago es consagrado en Roma en el año 44 y enviado a España al año siguiente, "siendo destinado a Iliturgi (Mengíbar), donde predicó hasta el año 57 en que sufrió martirio".

Su existencia, o al menos su presencia en territorio jiennense, está demostrada con la edificación de un templo en su honor en los tiempos del obispo Isidoro de Híspalis. Se considera, por tanto, "si no el primer evangelizador del Alto Guadalquivir, el primer personaje histórico de Jaén venerado como santo". De hecho, es ya en siglo XVI cuando comienza a recibir culto en el antiguo reino de Jaén, sobre todo en la ciudad de Andújar, donde se cree que pudo haber predicado el cristianismo.

Su culto en nuestros días

Fue durante la invasión sarracena cuando sus restos mortales se trasladaron hasta el municipio lucense de Incio, en el valle del río Mao. Sin embargo, en 1596 el rey Felipe II autoriza la concesión de una de sus reliquias a la ciudad de Andújar, donde sería recibida con solemnes fiestas. Además, "el obispo Sancho Dávila y Toledo (1600-1615) obtuvo de Clemente VIII la declaración de San Eufrasio como patrón de la diócesis de Jaén en 1603".

Si bien su fiesta coincide habitualmente con la de San Isidro Labrador, la catedral de Jaén acoge cada año una eucaristía en su honor. Es allí precisamente, en el templo catedralicio, donde este mártir jiennense mantiene un curioso relicario y una capilla en su nombre, mandada construir en el siglo XVIII por el obispo Agustín Rubí de Ceballos. Incluso, su apoteósico relieve guarda el honor de velar los restos de uno de los pocos pontífices enterrados fuera de Roma.