Un jiennense crea un sistema único en el mundo para la Estación Espacial Internacional: "Es clave para explorar el espacio profundo"
Miguel Ángel López ha creado junto a su equipo un software que permitirá misiones en Marte o más lejanas sin depender de las comunicaciones con Tierra ni el retardo que supone
El Cetedex estará plenamente activo en septiembre de 2028, meses antes de lo previsto
Todavía conserva el acento jiennense a pesar de llevar años viviendo al otro lado del charco, en Estados Unidos. Miguel Ángel López, natural de Mengíbar y tras formarse en la Universidad de Jaén, entre otras, no solo ha logrado un hito en su vida profesional y personal, sino que también podría ser el autor próximamente de un acontecimiento único en el espacio, si todo sale según lo previsto. Se trata del desarrollo de un software exclusivo en el mundo que está a punto de ver la luz y permitirá avanzar a pasos más rápidos la exploración del espacio profundo, es decir, más lejano.
Desde Mengíbar, en Jaén, hasta la Estación Espacial Internacional. Ese es el largo recorrido de López, ingeniero informático e investigador que a través de su propia empresa, America Data Science New York LLC, ha creado un sistema para la Estación Espacial Internacional destinado a resolver uno de los mayores retos de la exploración espacial: la autonomía de satélites, rovers y naves espaciales cuando la comunicación con la Tierra deja de ser viable por el tiempo de retorno.
Como subraya el propio López, puede marcar la diferencia entre avanzar o no en la exploración del espacio profundo, más allá de la órbita terrestre y de la Luna. “Va a ser la diferencia entre poder explorar el espacio profundo o no”, afirma. La idea del software surge directamente de uno de los grandes desafíos de la exploración espacial moderna, especialmente en el contexto de la misión Artemis de la NASA, que busca establecer una presencia humana sostenida en la Luna y avanzar hacia Marte.
El problema clave es la latencia en las comunicaciones. Mientras que la Estación Espacial Internacional se encuentra a unos 400 kilómetros de la Tierra y permite comunicaciones casi inmediatas, la situación cambia radicalmente cuando se habla de la Luna, Marte o más allá.
Entre la Tierra y la Luna ya existe un retardo apreciable. Pero en el caso de Marte, cuya distancia varía entre 56 y 400 millones de kilómetros, la latencia puede alcanzar hasta 48 minutos. “Si un rover en Marte que tiene un problema y tiene que esperar casi una hora para saber si gira a la izquierda o a la derecha, esto lo soluciona”, explica López. En ese contexto, depender de decisiones humanas desde la Tierra se vuelve complicado. Y ahí es donde entra su software.
López se formó académicamente en Andalucía. Estudió Ingeniería Informática en la Universidad de Jaén, completó un Máster en Sistemas Inteligentes en Córdoba y regresó de nuevo a la Universidad de Jaén para realizar su doctorado. Su trayectoria académica continuó ya en Estados Unidos, en la Rice University de Houston, donde amplió su formación en Ciencia de la Computación y computación cuántica, siempre vinculada al ámbito espacial.
“La exploración espacial siempre me había gustado”, explica. En ese interés encontró una intersección clara entre sus estudios en informática, inteligencia artificial y el sector aeroespacial. Un camino que, curiosamente, no comenzó en España, donde su experiencia previa estaba más ligada al ámbito de la salud, sino tras su llegada a Estados Unidos.
López llegó a EE. UU. porque a su mujer le surgió una oportunidad laboral como maestra. “Lo dejamos todo y me vine con ella”, recuerda. A partir de ahí empezó a preguntarse cómo alinear su formación con las oportunidades que ofrecía el ecosistema estadounidense.
“Vi una intersección muy interesante entre lo que había estudiado y el sector aeroespacial, y además era lo que más me gustaba”, explica. Desde entonces, hace ya unos seis años, decidió focalizar toda su carrera en este ámbito. Acceder a proyectos de la NASA no es sencillo. “Hay muchísima gente en todo el mundo con grandes titulaciones y experiencia”, reconoce. En su caso, no hubo una fórmula mágica. López se presentó a las entrevistas no tanto buscando un empleo, sino proponiendo directamente soluciones e ideas concretas. “Me presenté diciendo: esto es lo que quiero hacer”, explica a Jaén Hoy.
Actualmente, López trabaja como investigador en Computer Science e Inteligencia Artificial en Rice University, y colabora como ingeniero voluntario con la NASA. En Houston, el ecosistema aeroespacial está profundamente interconectado, la universidad colabora directamente con la NASA y con empresas como Axiom Space o Intuitive Machines, entre otras.
Pero el salto clave llegó hace un par de años, cuando fundó su propia empresa: American Data Science New York LLC, de la que es fundador y CEO. Es desde esta empresa desde donde se ha desarrollado el software que ahora se prepara para ser probado en la Estación Espacial Internacional (ISS). Un hito impensable para él hace apenas cinco o seis años. “Para mí era algo totalmente inimaginable”, reconoce. Detrás hay “muchísimas horas de trabajo y mucha pasión”, dedicando tiempo sin horarios.
Un sistema inteligente que decide en órbita
El software desarrollado por American Data Science permite que los sistemas espaciales tomen decisiones directamente en órbita, sin depender de la comunicación con la Tierra. Se trata de un sistema de ingeniería avanzada que incorpora módulos de inteligencia artificial capaces de analizar en tiempo real grandes volúmenes de datos de telemetría procedentes de múltiples sensores.
Si hay un fallo y existe un retardo grande, puede ser la diferencia entre salvar una misión o perderla
El sistema aprende el comportamiento normal de esos datos, detecta anomalías como en GPS, comunicaciones, energía, temperatura, altitud o software de vuelo y razona para decidir qué acción ejecutar. Todo ello de forma autónoma y en el propio entorno espacial. “Todo el procesamiento se hace in situ”, subraya el ingeniero jiennense. No hay necesidad de comunicación bidireccional con ninguna base terrestre. Una capacidad crítica cuando se trata de misiones de exploración profunda.
“Si hay un fallo y existe un retardo grande, puede ser la diferencia entre salvar una misión o perderla”, resume. Aunque el desarrollo intensivo del software comenzó en enero de 2025, el conocimiento necesario para llegar hasta ahí es el resultado de “toda una vida” de formación e investigación. Actualmente, el prototipo está listo para su prueba en vuelo en la Estación Espacial Internacional, que será en 2026.
Un test real en la Estación Espacial Internacional
El hardware que alojará el sistema ya fue enviado a la ISS el año pasado a bordo de un cohete de SpaceX. La infraestructura está instalada y operativa, lo único que resta es el despliegue del software, que se realizará directamente desde la Tierra, sin necesidad de nuevos lanzamientos.
El entorno es extremadamente exigente, capacidad de computación limitada, energía restringida y constante radiación electromagnética. “Ahí es donde debe funcionar el sistema, sin internet y sin poder preguntar a la Tierra”, explica. El primer testing se centrará en la detección de anomalías internas: fallos de GPS, consumo energético, sobrecalentamientos, errores de software o problemas eléctricos. En fases posteriores, el sistema ampliará su mirada hacia el exterior, detectando objetos peligrosos, proximidad de otros satélites, restos espaciales, misiles o alteraciones geomagnéticas provocadas por la actividad solar.
El software opera en tres capas: una que analiza los sensores internos, otra que observa el entorno externo y una tercera dedicada a la actividad geomagnética, clave para las comunicaciones. Se trata, en palabras de López, de una detección de anomalías 360 grados.
La importancia es evidente en un entorno con más de 20.000 satélites en órbita, varias estaciones espaciales activas y un volumen creciente de basura espacial. Detectar a tiempo una posible colisión y ejecutar una maniobra autónoma puede evitar un desastre.
Un software único en el mundo
Antes de desarrollar el sistema, se realiza un estudio para comprobar que no hay otro software similar e invertir dinero. Se comprobó entonces que no existe ningún otro software igual en el mundo. Prueba de ello son las dos patentes provisionales ya presentadas y aceptadas en Estados Unidos.
“La Oficina de Patentes hace un estudio muy profundo para ver si existe algo similar” No lo hay, y mucho menos un sistema de este tipo testeado en órbita real", explica el jiennense. El interés del sector aeroespacial es creciente, no solo para exploración, sino también para ciberdefensa espacial. Con la previsión de que la ISS sea reemplazada en torno a 2030 por la nueva estación de Axiom Space, que incluirá un data center orbital, la necesidad de sistemas autónomos será aún mayor.
Empresas como Axiom ya han mostrado interés en probar este software en sus propias infraestructuras. El test en la ISS podría ser solo el comienzo. Para Miguel Ángel López, este proyecto es un hito personal y profesional. “Viniendo de España, de Jaén y de Mengíbar, tener esta oportunidad es enorme”, afirma. Un camino construido a base de trabajo, pasión y de encontrar un sector que realmente le motivara.
Su software, cuanto más lejos se esté de la Tierra, más útil se vuelve. En Marte, en futuras estaciones lunares o en misiones aún más lejanas, sistemas así permitirán acelerar la exploración, obtener resultados en menos tiempo y reducir riesgos. “No es solo un test de un software”, concluye. “Es una metodología que va a permitir explorar el espacio profundo”. Y esa metodología, nacida del talento de un jiennense de Mengíbar, ya está a punto de demostrarlo en órbita.
Temas relacionados
No hay comentarios