Juana de Vilches, la bruja de Martos que amenazaba al demonio en 1704: “Si no me obedeces te muelo a palos”
Historia
Durante el juicio se llegó a decir que había más como ella que se reunían en un aquelarre en una cueva de la Peña de Martos
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Corría el año 1704 cuando Martos y Torredonjimeno se sumieron en la indignación contra una de sus vecinas, una a la que decenas de personas acusaban de ser una bruja. Llevaba años actuando como curandera usando una metodología, cuanto menos, poco ortodoxa. La muerte de varios de sus pacientes a los pocos días de recibir tratamiento fue el detonante de un clamor contra ella que pasó de la conjetura al banquillo de los acusados. Tal fue el malestar popular que el obispo de Jaén, Antonio Brizuela y Salamanca, acabó dictando una orden de captura contra Juana de Vilches.
“Se ha dado noticia como Juana de Vilches vecina de la villa de Martos con poco temor de Dios y de su conziencia y faltando a la virtud de la religion porque todos los catholicos deven mirar se exercita en hacer y deshacer maleficios con supersticiones y otros embustes diabolicos y mui ajenos de la religion Cristiana todo lo qual es mui digno de remedio; para con dicha noticia proceder su E. a ponerle y castigar a los que resultaren culpados”. Es lo que se recoge de manera literal en la documentación del juicio que se custodia hoy en día en el Archivo Diocesano de la Catedral de Jaén y a la que han accedido los historiadores y archiveros Alejandro Romero y Miguel Félix Goméz Trillo.
Ambos estudiaron toda la documentación que existe sobre el caso, “uno de los más completos”, y presentaron sus conclusiones al congreso sobre Historia de las Mujeres, que organiza la Asociación de Amigos del Archivo Histórico Diocesano de Jaén. “Fue una cosa muy común, pero este conserva completo y es muy extenso. En muchos pueblos hubo actuaciones de este tipo incluso en Jaén y sólo del siglo XVIII, si ampliamos más la horquilla temporal seguro que hubo mucho más”, detalla para Jaén Hoy Alejandro Romero sobre la causa contra Juana de Vilches, la bruja de Martos a la que se ordenó apresar el 1 de noviembre de 1704 y por orden directa del obispo.
El juicio
Se le acusaba de haber actuado contra el Libro V de las Constituciones Sinodales de 1624, concretamente contra el Título III ‘De sortilegiis, et maleficiis’. “Hace varios años que se ejercita en hacer y deshacer maleficios y hechizos, usando acciones, supersticiones y embustes diabólicos contrarios a la religión cristiana”, rezaba una acusación que contó con 13 testigos, entre ellos un sastre, dos licenciados, un vecinos y una mujer a la que extirpó un pecho. Según estos testimonios sus prácticas habían causado la muerte de varias personas.
Una de ellas fue Francisco de Zamora, vecino de Torredonjimeno, quien acudió a recibir curas por ciertas dolencias, acabando desnudo en el suelo, con Juana de Vilches descalza subida encima de su estómago. Así lo relató su mujer. Pero hubo más. También Juana fue acusada de realizar diversos hechizos amatorios de atracción y repulsión, por ejemplo a una vecina de Martos, quién le pidió un hechizo para hacer volver a su marido que había sido “ligado por otra muger”.
Según la acusación, Juana había mantenido relaciones con varios hombres, incluso estando casada, pero en el proceso se menciona especialmente a uno de ellos: Juan Montañés. Se llega a afirmar en los que escritos que este supuesto amante suyo fue llamado a filas para ir a la guerra, lo que causó gran malestar a Juana, llegando a realizar maleficios y hechizos amatorios para traer de vuelta a su amado, quien en breve tiempo estaba de regreso en Martos, exponiéndole posteriormente Juana que le había costado un gran trabajo traerlo de vuelta, y que lo consiguió gracias a un pacto que tenía con el demonio.
Un diablo con el que, según los testimonios, mantenía una relación de amor-odio pues unas veces lo llamaba “bellisimo galan” y otras lo invocaba para después amenazarlo, escupiendo y golpeando el suelo con un zapato. Era así como, supuestamente, conseguía azuzar a los demonios contra aquellas personas a las que quería herir y cómo también curaba a los que quería salvar. “O haces lo que quiero o te muelo a palos”, afirmó un testigo durante un juicio en el que también declararon el padre del amante con el que vivía, Juan Montañés, y una mujer a la que vació un pecho durante uno de sus tratamientos.
Por todo ello fue arrestada y juzgada por el Tribunal Eclesiástico de Jaén quien, a pesar de que ella negó todas las acusaciones, acabó condenándola “a cumplir con una vida casta, honesta y recogida, a que biba christina y religiosamente y tenga la reberenzia de vida, a Maria Santisima nuestra Señora y a los Santos”, además de ser sentenciada a pena de vergüenza pública, y ser desterrada del Obispado de forma perpetua, teniendo que hacerse cargo además de las costas de todo el proceso, 22.862 maravedíes. Le fueron embargados todos sus bienes pero, al no poder hacer frente a esa cantidad fue encarcelada. Finalmente se la acabó liberando para que, al menos, cumpliese con parte de la condena y viviese en el destierro.
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