Los ríos que convirtieron Jaén en la provincia marítima de la que nacieron los barcos de Trafalgar

Reportaje

Durante varios siglos la Sierra de Segura abasteció con sus pinos el desarrollo del país

Los pineros conformaban un engranaje de especialistas que hacían navegar los troncos por el Guadalquivir y el Segura

Los pineros de Segura, especialistas en profesiones históricas y extintas, en imágenes

La madera de Jaén que cambió España: una provincia marítima en Segura y los barcos de Trafalgar

La madera de Jaén, y concretamente la de la Sierra de Segura, ha estado presente durante siglos en gran parte de los avances de España gracias a los ríos que nacen del corazón del Parque Natural. Especialmente entre los siglos XVI y XVIII esta zona estuvo haciendo navegar troncos de pino segureño hace Sevilla y la costa levantina mediante los ríos Guadalquivir y Segura, y fue tal la importancia de esta aportación al desarrollo del país que el rey Fernando VI, en el año 1751, declaró esta zona provincia marítima.

Esta madera estuvo presente en la producción de los barcos que lucharon en Trafalgar, compuso las traviesas de los primeros trenes que recorrieron suelo español y aún forman parte de edificios emblemáticos que en su día fueron vitales para la gestión del país. Para que esto fuese posible hizo falta el trabajo de cientos de segureños que desempeñaron trabajos especializados al extremo y que detalla para Jaén Hoy el experto en la materia Olayo Alguacil.

“Una vez que se seleccionaban los árboles, los hacheros lo cortaban y lo pelaban. Las ramas pasaban a los leñadores que las convertían en leña mientras que el tronco se lo llevaban los ajorraores monte abajo con caballos o bueyes hasta el río. Allí los gancheros lo echaban al agua y ya se hacían cargo las cuadrillas. Una de ellas, la delantá, iba primero limpiando el río incluso llegando a usar explosivos si era necesario, para que los troncos pudiesen pasar, mientras que a la zaga iba otra cuadrilla que iba reponiéndolo todo para que el cauce quedase como estaba”, detalla este serrano enamorado de las costumbres de su tierra.

Hacheros cortando un pino en la Sierra de Segura

Cuenta que la habilidad de estos trabajadores era tanta que durante un tiempo instalaron canalizaciones de madera en el Salto de los Órganos, una cascada de decenas de metros de altura en el río Borosa, por la que caían los troncos uno a uno hasta el agua. Pero, lejos de lo que pueda pensarse, esta exportación de material no supuso un beneficio económico notable para la provincia de Jaén, pues los expertos hablan de que los trabajadores, especialistas pineros, que se encargaban de suministrar la madera, lo hicieron por mera “subsistencia”.

El Estado explotó la zona

Así lo explica por ejemplo el etnógrafo, José Laso, quien afirma que la Sierra de Segura “fue un almacén para los diferentes intereses que había en cada época”. “Se fabricaron barcos y después de la Guerra Civil las traviesas de los ferrocarriles y multitud de edificios y en muchas ocasiones no se tuvo en cuenta el monte sino que fueron cortando primero en las zonas más accesibles y después a tajo parejo”, cuenta sobre los perjuicios que esta industria supuso también para los bosques jiennenses.

En su ecomuseo, Alma Serrana, Laso cuenta con una colección inmensa de las herramientas que han usado durante siglos en sus laborales los segureños y su investigación sobre sus costumbres ha llegado a recabar información acerca incluso de cómo los ateros preparaban los campamentos a las orillas de los ríos para controlar la madera que transportaban o qué llevaban sus antepasados en los zurrones mientras trabajaban.

Habla pues con conocimiento a la hora de decir que un trabajo que llegó a tener a más de 400 bueyes arrastrando troncos al mismo tiempo por la sierra fue uno “esporádico” y que no impidió que muchos de los habitantes de la sierra tuvieran que vivir a través del trueque. “Los sueldos no les servían más que para sobrevivir. Era un trabajo estacional, de entre dos y cuatro meses y en invierno, que es cuando hay que cortar los árboles porque tienen menos savia. El serrano siempre ha sido un multiusos para la administración con la madera, el carbón, los pantanos, las sierras de agua…”, argumenta este etnógrafo jiennense que lleva más de dos décadas estudiando las tradiciones y labores que se desempeñaron en la Sierra de Segura.

La de los pineros, aquellos trabajadores que hicieron que la madera de Jaén navegase cientos de kilómetros por los ríos, está ya extinta desde hace década pero durante varios años José Olayo y alguno compañeros recrearon estas maderadas llevando a cabo el proceso de principio a fin, e incluso en pueblos como Siles se recuerda anualmente el duro trabajo que realizaron otras generaciones. Lo aclara a esta redacción su alcalde, Francisco Javier Bermúdez, asegurando que cada agosto realizan en la localidad un concurso de hacheros que pelan pinos para disfrute del público y que después son arrastrados como hacían lo ajorraores. Se mantiene así el recuerdo para una profesiones extintas que sin embargo dejaron una huella histórica gracias al esfuerzo y trabajo especializado de generaciones de segureños.

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