El mítico Casablanca baja la persiana de manera definitiva: ‘Me toca jubilarme y descansar’
Este café-bar-tertulia-musical de Alcalá la Real se despide el 28 de septiembre tras casi cuatro décadas como referente cultural de la ciudad
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El Casablanca, más que la barra de cualquier bar, ha sido durante casi cuatro décadas un espacio de encuentro, conversación y música en directo. Ante todo, se trata de un lugar con personalidad propia, que cerrará definitivamente sus puertas el próximo 28 de septiembre. La noticia, confirmada por el propio negocio en redes, ha caído como un jarro de agua fría entre quienes crecieron, soñaron y compartieron vivencias en este rincón cultural de Alcalá la Real.
El alma de este proyecto, Julián Relaño, se trasladó desde Madrid en 1987 con una idea clara: traer un pedazo de la movida madrileña a un entorno más reducido, lejos de la gran ciudad. “La intención era trasladar esto a un lugar más pequeño”, recuerda. Desde entonces, Casablanca se convirtió en mucho más que un café: fue punto de encuentro para varias generaciones, escenario improvisado de debates, conciertos y tertulias, y refugio para quienes buscaban algo distinto.
"Hemos tenido el privilegio de acoger innumerables conciertos, enriquecedoras presentaciones de libros y lecturas, vibrantes funciones de teatro y monólogos, ciclos de cine y proyecciones de cortos, así como variadas exposiciones artísticas que han llenado de vida nuestro local", expresan en su comunicado.
Con un nudo en la garganta, Relaño confirma que la decisión llega marcada por el calendario vital: “Cierro por jubilación, me toca jubilarme y descansar”. Un descanso que, asegura, le llega con sentimientos encontrados: “Es una idea que se ha mantenido en el tiempo y muchas generaciones que han crecido en este local ahora se van a sentir huérfanas”.
Un refugio para la cultura
La historia de Casablanca está estrechamente unida a la de su propia familia. “Conté con mi familia desde el principio y nuestros hijos nacieron aquí”, señala su propietario. Entre las paredes del local se han acumulado recuerdos y vivencias que, aunque no puedan mantenerse físicamente, forman ya parte de la memoria colectiva de Alcalá la Real. "Queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento a todos y cada uno de nuestros clientes, (...) quienes le han dado su carácter único".
El futuro de este emblemático espacio aún está por escribirse, aunque su dueño es claro al respecto: “Hay un par de propuestas con el local, pero no creo que mantuvieran la esencia de este momento”. Para él, resumir lo que ha supuesto esta experiencia es sencillo y, a la vez, revelador: “esclavo y satisfactorio”. Paco Martín en su blog 'Casas de Cabildo' evidencia la importancia de este punto de encuentro para la cultura: "Casablanca creó estilo y forma en muchas generaciones alcalaínas, fue vivero de gente comprometida y aportó un nuevo modo de vida en muchos vecinos".
Con su cierre, Alcalá la Real pierde ahora un símbolo de vida cultural y social, un lugar que ha sabido resistir modas y generaciones, siempre fiel a su espíritu. Por su barra han pasado toda clase de colectivos sociales: desde poetas, escritores como Jon Sigurdur, pintores vanguardistas como Carmona y alguna muestra étnica del festival Etnosur, entre otras personalidades. Así, el próximo 28 de septiembre, cuando las luces del Casablanca se apaguen, se irá también un pedazo de la historia cultural más reciente de la ciudad de la Mota.
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