Samoyedo, el gigante del hielo que desde Jaén suministra el peso de una ballena azul a todo el país

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Esta fábrica de cubitos ubicada en el polígono industrial de Torredelcampo es una de las plantas más grandes de España, con un reparto diario de hasta 250 toneladas

La dificultad de trabajar en el mismo infierno: "Se llegan a alcanzar temperaturas extremas para nuestro cuerpo"

Samoyedo es una de las fábricas de hielo más grandes del país. / AD

No es casual que la mayor fábrica de hielo de Andalucía ostente el nombre de un animal que encuentra su hábitat en las nieves de Siberia. La del Samoyedo es una raza vivaz, con temperamento y gran instinto de supervivencia, tanto que presume de ser una de las variedades de perro más antiguas del mundo. Todas estas características, de hecho, las comparte con su homónimo jiennense: un gigante que reparte cerca de 125.000 bolsas de cubitos a diario.

Lo que empezó en el año 93 como un proyecto de emprendimiento personal se ha acabado convirtiendo en un todo un iceberg de tamaño continental. Ni la Antártida ni Groenlandia podrían asemejarse siquiera con la vida que respira la fábrica Samoyedo. Su planta, de 10.000 metros cuadrados, distribuye desde Torredelcampo a buena parte de España y parte del extranjero. Su fundador, Ciro Sánchez Quero, cuenta 32 años de trayectoria y un hito: su negocio en el sector del hielo es uno de los más grandes del país.

125.000 bolsas

En términos de producción, las cuatro cámaras de congelación no dan abasto estas semanas. "Calculamos en torno a 200 y 250 toneladas por día", apunta Juan Rosa Ortega, uno de los responsables de control de la fábrica. En una rápida búsqueda a través de Google podemos comparar este peso con el de la ballena azul: la especie más grande del planeta. Él mismo se sorprende de cómo "algo tan simple como agua congelada" propicia todo un movimiento empresarial en torno a estas instalaciones ubicadas en el Polígono Industrial 'Los Llanos'.

Conviene saber que de las 125.000 bolsas de 2 kilogramos que se reparten durante cada jornada, son numerosas las pequeñas marcas que se abastecen del producto de Samoyedo. "En realidad, tenemos presencia en toda la geografía peninsular", explica Rosa. Basta con comprobar el etiquetado de origen del envasado para cerciorarse de ello, incluso a través de clientes que llegan hasta Francia e Italia.

Hielo para todo el año

Todo está medido en esta planta de fabricación donde las olas de calor pasan de largo. Como si de un iglú se tratase, alrededor de 40 trabajadores se afanan cada día con su labor a -10ºC en un plantel donde el hombre y la máquina son dos piezas complementarias. "En invierno, por ejemplo, nos centramos en almacenar de cara al verano". Si bien el consumo de hielo está determinado por la temporada, el continuo aumento de las temperaturas ha provocado un incremento de su demanda en los últimos años. "Este verano promete", señala una de las gerentes.

Los cubitos, tanto para el consumo doméstico como para su uso en la hostelería, responden a la propia evolución climatológica. "Ha habido ocasiones en las que en pleno 30 de julio hemos dejado la cámara sin existencias", expone Rosa. En ese caso, asegura, dependen exclusivamente de la producción diaria a la hora de suministrar a sus clientes habituales. "Es bastante relativo".

Almacenes de la fábrica en esta fecha. / A.C.B.

En cuanto a la materia prima que requiere este producto, es bastante común preguntarse si necesita de algo más que frío para solidificar el líquido elemento. "Simplemente, es agua, que nosotros descalcificamos para darle mayor pureza y que no mantenga sabor". Así, con la magia de la física, Samoyedo sostiene su glacial imperio en un recorrido que pasa por su planta, viaja a través de sus furgones y acaba en nuestras mesas para regalarnos la mejor de las sensaciones.

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