Reportaje

El tesoro de la luz de la Catedral de Jaén: el asombro de la reina Isabel II y la indignación de Pi y Margall

El tesoro de la luz de la Catedral de Jaén: el asombro de la reina Isabel II y la indignación de Pi y Margall

El tesoro de la luz de la Catedral de Jaén: el asombro de la reina Isabel II y la indignación de Pi y Margall / Esther Garrido

La Catedral de Jaén alberga una gran cantidad de tesoros dispuestos para exponer su belleza pero hay uno de ellos, visible en todo momento para sus visitantes, que cumple un papel fundamental en el templo y que muchas veces pasa desapercibido: la luz. Andrés de Vandelvira pensó en todos los detalles del templo y sus vidrieras no eran parte menor del mismo. Unas vidrieras que están en restauración desde el mes de noviembre de 2022 y cuyo regreso a la Seo, según apuntan a Jaén Hoy fuentes de la Junta de Andalucía, es “inminente”.

Hablamos de 85 vitrales que están siendo restaurados por el maestro artesano José Luis Camacho y en los que la Consejería de Cultura ha invertido 915.330 euros con el claro objetivo de contribuir a que de una vez por todas la Catedral de Jaén sea reconocida como Patrimonio de la Humanidad. “Las vidrieras en este aspecto no son un aspecto secundario, son determinantes”, defiende para este medio Rafael Casuso, doctor en Humanidades y profesor de Patrimonio Histórico en la Universidad de Jaén.

Casuso habla con conocimiento de causa pues, después de más de dos décadas de investigación, es la persona más versada acerca de estos vitrales y en su artículo ‘Las vidrieras de la Catedral de Jaén’, en la revista ‘Espacio, tiempo y forma’ explica que, en cierto modo, las luminarias de la Seo suponen un choque entre dos formas de encontrarse con Dios. Por un lado encontramos las primigenias del proyecto de Vandelvira, aquellas correspondientes a mediados del siglo XVI que responden a un gusto clasicista y que son totalmente transparentes.

Luz proyectada desde una de las vidrieras del siglo XVI Luz proyectada desde una de las vidrieras del siglo XVI

Luz proyectada desde una de las vidrieras del siglo XVI / Esther Garrido

Cuando Vandelvira se hizo cargo del proyecto de la Catedral de Jaén, en 1553, lo hizo de la mano del cardenal Merino que venía de Italia, donde había empezado a cambiar la luminosidad de las catedrales. Las personas para rezar no necesitaban los espacios oscuros medievales sino que los fieles tenían que ver el cielo al rezar, para así tener una relación más directa con Dios. El cardenal Merino se trajo estas ideas vidrieras del renacimiento italiano”, explica Casuso. Refuerza esta argumentación el hecho de que en el testamento de Vandelvira aparecieran libros de los arquitectos renacentistas Sebastiano Serlio o Alberti.

Asombro e indignación, a partes iguales

“En este aspecto la Catedral de Jaén fue pionera en España y esto llegó a sorprender a la reina Isabel II. El cronista que la acompañó en el viaje que hizo en 1862 por las catedrales de Andalucía habla del asombro de la monarca al ver tanta luz. Le llamó muchísimo la atención”, relata Rafael Casuso. Menos le gustó esta exuberante luminosidad a quien fuese ministro del interior Francisco Pi y Margall pues, en 1885, habló en su libro ‘España, sus monumentos y artes. Su naturaleza e historia’ llegó a decir que la sacristía de la Catedral parecía “un salón de baile”. “Cuando uno viaja por España se da cuenta de que la mayoría de catedrales no son así, están mucho más oscurecidas”, añade el doctor en Humanidades, sobre una tendencia que otros muchos entendía más correcta para la oración en penumbra.

Fotografía del interior de la Catedral del año 1900, con todas las vidrieras transparentes. Fotografía del interior de la Catedral del año 1900, con todas las vidrieras transparentes.

Fotografía del interior de la Catedral del año 1900, con todas las vidrieras transparentes.

Reconoce además que a finales del siglo XIX y principios del XX hubo “un debate y una polémica entre dos ideas”, hasta 1909 cuando llegó un obispo desde León, Juan Manuel Sanz y Saravia, y llevó a cabo un programa de donaciones para que se matizara esa luz, realizándose vidrieras policromáticas que oscurecieron las partes del templo sobre las que se asentaron, y a donde van a volver en cuestión de días aquellas que están siendo restauradas.

Y pese a ese contraste, a que actualmente hay zonas de la SEO en las que la piedra no brilla tan blanca como a Vandelvira le habría gustado, Rafael Casuso no duda al decir que “la Catedral de Jaén bien podría llamarse la Catedral de la Luz”.

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