Sangría demográfica en Jaén: la baja natalidad condena el futuro de los municipios
Solo tres poblaciones de Jaén tienen más nacimientos que fallecimientos
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La caída en picado de población en Jaén se deja ver desde hace décadas. En la provincia, en el año 2010 la habitaban 670.761 personas, a partir de ahí ha ido perdiendo vecinos de forma continuada. En 1996, cuando el Instituto Nacional de Estadística (INE) empezó a registrar los datos, ese año, la población era de 648.551 y, aunque con alguna bajada ocasional, la tendencia fue al alza hasta el año 2010. En 2016 bajó por primera vez desde que se inició la base de datos, hasta los 648.250; en 2021 se registraron 627.568 habitantes; en 2022, 624.191 jiennenses; 2023, 620.637; en 2024, bajó de los 620.000 hasta situarse en los 619.055 habitantes; y según los últimos registros de julio del INE de este año la población en la provincia se situó en los 617.879 habitantes.
Esta caída viene causada por la bajada de la natalidad y los jiennenses que deciden hacer la maleta y marcharse fuera del territorio. El retraso en la maternidad se hace patente en el número de nacimientos de madres de 40 o más años, que ha crecido un 38% en 10 años de acuerdo con datos del INE, uno de los factores que influyen en la caída de la natalidad es el creciente retraso en la edad media de las mujeres para tener su primer hijo. En 2024 hubo 4.156 alumbramientos en Jaén, 1.347 menos de los 5.587 que hubo en 2014, último año en el que se dio un ligero repunte en la natalidad jiennense. Una de las caídas más importantes si se compara con el resto de provincias andaluzas, quedando a la cola junto con Cádiz y Córdoba.
Esta tendencia en la caída de la natalidad y una población envejecida tiene como resultado un crecimiento vegetativo negativo, es decir, hay más fallecimientos que nacimientos. A nivel provincial, los últimos datos que hay de 2023 refleja que hubo una diferencia de -2.428 entre alumbramientos y defunciones, aunque algo inferior a la de 2022 que se situó en -3.059. Fue a partir de 2010 cuando el saldo empezó a ser negativo, en ese año el crecimiento vegetativo fue positivo, de 37. La mayor cifra se situó en 2008 con 875 más nacimientos que defunciones.
El crecimiento vegetativo es negativo en la inmensa mayoría de sus municipios. Solo tres municipios logran escapar de la tendencia con saldos positivos, mientras que casi un centenar registran pérdidas de diversa intensidad, desde descensos moderados hasta caídas muy pronunciadas en los grandes núcleos urbanos.
En este mar de cifras negativas, destacan La Guardia (+7) como el municipio con mejor saldo vegetativo, seguido de Arquillos (+4) y Hornos de Segura (+1). No obstante, esto ha variado a lo largo de los años pues, en el primero, el saldo positivo llegó a ser de 48 en 2010; en Arquillos, es el primer año que es positivo desde 2019 y en Hornos de Segura, desde los registros de 2007 es el primer año que hay más nacimientos que fallecimientos. A ellos se suma Larva, que mantiene el equilibrio exacto con un saldo neutro (0), también Santa Elena (0) e Higuera de Calatrava (0) figuran entre los pueblos que han logrado compensar nacimientos y defunciones. Aunque los números son reducidos, simbolizan que, al menos en algunos casos, todavía hay comunidades capaces de retener población y equilibrar su pirámide demográfica.
Los municipios más castigados
En el otro extremo, se encuentra Jaén capital encabeza la lista con un saldo negativo de -301 habitantes, lo que refleja el fuerte impacto del envejecimiento y la pérdida de natalidad incluso en el principal núcleo de población de la provincia. Le siguen Linares (-172) y Andújar (-162), completando un trío de grandes ciudades que concentran buena parte del retroceso.
Otros municipios que destacan por la magnitud de sus pérdidas son Úbeda (-80), Alcalá la Real (-98), Martos (-62), La Carolina (-62), Alcaudete (-52), Porcuna (-52) y Quesada y Villanueva del Arzobispo (ambos con -47). El fenómeno se extiende también a municipios medianos como Cazorla (-46), Huelma-Solera (-37), Vilches (-37) o Torredonjimeno y Torreperogil (ambos con -34).
Más allá de las cifras más llamativas, la realidad es que prácticamente todos los municipios reflejan un goteo constante de pérdidas: desde descensos suaves como los de Arjonilla (-1), Torres de Albanchez (-1) o Hinojares (-1), hasta bajadas medias de entre -10 y -30 en localidades como Baeza (-30), Beas de Segura (-32), Marmolejo (-31), Castillo de Locubín (-31), Peal de Becerro (-29) o Sabiote (-28).
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