Del Gran Eje a la Alameda
José Luis Marín Weil
Jamones robados
ARTE PLÁSTICO
Desde el 1 de agosto hasta el 12 de octubre, la Sala Arquitecto Luis Berges Roldán del Centro Cultural Baños Árabes – Palacio de Villardompardo, en el casco histórico de Jaén, acoge la exposición ‘Escritura’ de José Antonio Zaragoza, una propuesta artística cargada de simbolismo, ironía y humanidad.
La muestra, comisariada por Rafael Alarcón Sierra y organizada por el Área de Cultura y Deportes de la Diputación Provincial de Jaén, se perfila como un viaje visual a través de la figura humana para conocer el sentido grotesco y absurdo de la existencia. Zaragoza presenta personajes solitarios y marginales, estáticos, que miran directamente al espectador desde el interior de habitaciones austeras, con baldosas ajedrezadas, puertas al fondo, ventanas o cortinas que sugieren posibles salidas o entradas.
Los objetos que los acompañan, como pequeños bodegones cargados de intención, aportan toques de humor que cuestionan la rutina y los límites de nuestra existencia cotidiana. En ellos, el autor establece guiños autobiográficos y referencias a la historia del arte, generando un diálogo entre su mundo interior y el bagaje cultural colectivo.
En el plano técnico, la pintura de José Antonio Zaragoza se enmarca en un expresionismo que une lo figurativo a lo simbólico. Su pincelada, especialmente en las obras más recientes, se ha vuelto más densa y su paleta cromática ha evolucionado hacia tonos cálidos y luminosos. En sus collages, destaca el uso de composiciones abigarradas, en ocasiones de estructura geométrica, con una clara influencia que oscila entre El Bosco y el surrealismo. Este trabajo se acompaña de una lectura irónica y socialmente crítica de los iconos artísticos, desafiando las convenciones visuales y conceptuales.
Por otra parte, las figuras y escenas de ‘Escritura’ funcionan como espejos deformantes que nos devuelven una imagen de lo humano donde el absurdo, la fragilidad y la búsqueda de sentido se entrelazan. Si el mundo puede considerarse un teatro, en la obra de Zaragoza adquiere tintes de circo: un espectáculo donde la risa, la incomodidad y la reflexión coexisten.
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