Poeta y pintor del pueblo: Zabaleta y Hernández vuelven a encontrarse en Jaén
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Este jueves el Aula de Cultura de la Diputación de Jaén acoge un encuentro sobre los dos artistas
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Dos grandes figuras de las artes relacionadas íntimamente con Jaén protagonizan, el jueves 5 de junio una actividad cultural promovida por la Fundación Legado Miguel Hernández. Nos referimos a los ‘Encuentros entre Miguel Hernández y Rafael Zabaleta’, una cita con tres destacados especialistas como Pedro Galera Andreu, catedrático de Historia del Arte; Gabriel Ureña Portero, catedrático de Filosofía; y Leticia Ureña Rodríguez, profesora de Lengua y Literatura.
La actividad tendrá lugar a las 18:30 horas en el Aula de Cultura de la Diputación de Jaén, con el objetivo de generar un diálogo entre el arte plástico y la poesía, entre la pintura de Rafael Zabaleta y los versos de Miguel Hernández. Para ello, se tratará de dar respuesta a tres preguntas clave: “¿Qué estética caracteriza a la obra de Rafael Zabaleta?”, “¿Qué filosofía se esconde en los versos de Miguel Hernández?” y “¿Cuáles son los colores y versos del pueblo?
La estética de Zabaleta, como explicará Pedro Galera, se caracteriza por la potencia cromática, la expresividad de las figuras, y la exaltación de lo cotidiano. En sus cuadros no hay heroicidad impuesta: hay humanidad, lucha, y dignidad.
Gabriel Ureña, por su parte, abordará la filosofía que subyace en los versos de Hernández: una visión ética y comprometida del arte como herramienta de transformación social. En sus poemas, la justicia, la libertad y el amor a la tierra se convierten en ejes existenciales.
Leticia Ureña explorará la dimensión poética y visual del lenguaje popular: los colores del campo, las voces del pueblo, los símbolos compartidos por pintor y poeta. Porque en el fondo, tanto Zabaleta como Hernández fueron cronistas del alma colectiva de una España rural, herida y digna.
Miguel Hernández: el poeta del pueblo y de Jaén
La relación de Miguel Hernández con la provincia de Jaén va más allá de lo biográfico: es simbólica, política y profundamente humana. Durante la Guerra Civil, el poeta fue nombrado comisario de cultura en el frente de Jaén, desde donde dirigió el periódico ‘Altavoz del Frente Sur’. Pero su conexión con la tierra jiennense se estrecha aún más por su vínculo amoroso con Josefina Manresa, su esposa, nacida en Quesada, un pueblo de la Sierra de Cazorla.
En Jaén, Hernández escribió algunos de sus versos más poderosos, como los que integran Viento del pueblo. Uno de esos poemas, ‘Aceituneros’, ha trascendido el tiempo hasta convertirse en el Himno Oficial de la Provincia de Jaén. La fuerza de sus palabras, su hondo sentido social, y la belleza con la que retrata al pueblo andaluz, han hecho de Miguel Hernández una figura universal.
Desde 2012, y gracias al impulso de la Diputación de Jaén, el legado de Hernández encontró un hogar definitivo en esta tierra. Con la adquisición de sus manuscritos y documentos por valor de tres millones de euros, se selló una unión definitiva que se materializa en el Museo Zabaleta – Miguel Hernández y Josefina Manresa, ubicado en Quesada. Esta institución cultural guarda y exhibe, además de los testimonios físicos de su obra, el alma de un poeta cuya voz sigue resonando como semilla de conciencia social y libertad.
Rafael Zabaleta: el pincel que retrató el alma campesina
Si Miguel Hernández escribió el alma del pueblo, Zabaleta la pintó. Nacido en Quesada en 1907, Rafael Zabaleta Fuentes es una de las figuras clave del realismo expresionista español. Su obra es un homenaje a su tierra: la sierra, el campo, los jornaleros, las faenas agrícolas... todo ello retratado con un estilo inconfundible y profundamente emocional.
Tras estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, Zabaleta viajó por Europa, especialmente a París, donde conoció a figuras como Picasso y Vázquez Díaz, cuyo influjo se percibe en su evolución artística. Sin embargo, nunca perdió la conexión con su origen. Sus obras como ‘Campesino comiendo’ o ‘La pareja’ son retratos de una vida rural cargada de expresividad, donde lo popular se convierte en categoría estética.
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Zabaleta murió prematuramente en 1960, pero su legado permanece vivo, sobre todo en el museo con su nombre en Quesada. Este espacio, compartido con la memoria de Hernández, conserva su producción artística, simbolizando un diálogo permanente entre la imagen y la palabra.
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