La mala educación

El informe PISA vuelve a dar un guantazo, metafórico, a nuestra realidad educativa. Convendría fijarse en el modelo de una España vaciada que es "más lista" que el resto

Histórica imagen de la Institución Libre de Enseñanza.
Histórica imagen de la Institución Libre de Enseñanza.

10 de diciembre 2023 - 11:38

Hemos vuelto a suspender, pero es que papá el nivel era muy alto. Mamá, suspendieron, incluso, fulano, mengano, zutano y perengano. Es lo bueno de los cates generales que con el bochorno colectivo se reparten las responsabilidades al mínimo común múltiplo. Las comunidades sentadas al fondo, las repetidoras, respiran aliviadas al comprobar que las primeras suspenden y, algunas de ellas, lo hacen con estrépito.

El Informe PISA es un guantazo, metafórico, a mano llena a la realidad educativa del país que, por recurrente, pareciera no tener efecto alguno en nuestra acomodada clase política que, ahora está, en lo importante: plantar el pino más alto y tener el mayor número de luces en las calles. La Ilustración era esto. La clave de un buen escenario, como en los trucos de magia, es que fijes tu atención en un punto concreto, para darte el cambiazo, aunque no hayas movido una pestaña.

La prueba, organizada por la OCDE, mide las competencias en matemáticas, comprensión lectora y ciencias de los alumnos cuando acaban la educación obligatoria. Hay países en los que la pandemia y su gestión tienen una repercusión directa en sus malas notas, pero aquí, seguimos casi con idénticos malos guarismos, con virus o sin él. Valga el dato también para poner buena nota a la gestión del Gobierno, al esfuerzo colectivo realizado para abrir rápido los centros educativos, dotarlos de medios tecnológicos y la agilizada vacunación general.

Pero volvamos al parte educativo y, en concreto, a las notas. Lo bueno de la estadística, bien lo sabe la portavoz del Gobierno y ministra de Educación, Pilar Alegría, es que puedes aferrarte a cualquier cifra para, como una buena ilusionista, decir y que, incluso, sea verdad, que España esté ahora más cerca de la media europea. Bendito logro igualarse por el número de catetos y no por la hipotenusa. Desconocemos si su optimismo es fruto del cargo de portavoz o el apellido obliga, pero pasados los fastos eternos de este gobierno pirotécnico convendría, si aún le quedan competencias a su ministerio, que repasara la eterna lección que nos da PISA: a menor número de alumnos, una educación pública mejor dotada y más cohesión social los resultados mejoran. El enunciado del encerado vale, igualmente, para los presidentes de las comunidades autónomas que se hacen los longuis, mientras esperan a que el consejero de la cosa cuadre una excusa que repetir en el argumentario. Moreno Bonilla, que le veo...

Si no dan más de sí, copien a Castilla y León, Asturias y Cantabria que tienen los mejores resultados y que llevan años haciéndolo bien. Su milagro se basa en recursos, una política estable (libre de los “illuminatis” de turno) y, encima, con una escuela rural sólida. Una España vaciada lista... esto no lo vimos venir.

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