Simpatizantes del PSOE se concentran en los alrededores de la sede socialista de Ferraz para mostrar su apoyo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Simpatizantes del PSOE se concentran en los alrededores de la sede socialista de Ferraz para mostrar su apoyo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. / Rodrigo Jiménez/EFE

Fin de semana de romerías, de demostraciones de fe. Una en Ferraz, en Madrid, y otra en el Cerro del Cabezo, en Andújar. En ambas, lo importante no es el cómo, sino el estar y sentirse partícipe de un momento único. Hace unos años, en aquella sede, hoy lugar de peregrinación para el sanchismo, en otro Comité Federal, no sabían cómo echar a un Pedro Sánchez que “cogió su fusil” contra el partido y su ortodoxia, al que mostraron la puerta de salida en una jornada fratricida que tildaron como el día de Puerto Hurraco. Salió a lomos de su “Peugot” y el resto es historia. Su viaje es de sobra conocido, más íntimo el de los que lo defenestraron y ahora acuden con palmas y con la oportuna obediencia al líder. Todos podemos cambiar de opinión. Olor de multitud.   

Hay quien postula la llegada de una España bolivariana, el apocalipsis en rojo. Somos tremendistas por naturaleza, arribistas y derrotistas al tiempo. Nos va en el carácter. No obstante, en todo caso, somos más “almodovarianos” que otra cosa. Excesivos y encantados de descender al lodo. El espectáculo está asegurado y no hay maestro de ceremonias más atrevido que nuestro presidente. Sin ir más lejos, Pedro, enamorado confeso, dimitió en diferido (presuntamente) y deja al país en una interinidad sin encaje oficial. Al partido, y esto viene de lejos, directamente lo ha fagocitado. No le extrañará a su núcleo duro, al que no ha consultado ninguno de los asuntos capitales, que hiciera lo propio para esta cuenta atrás. No hay carta a una militancia siempre fiel.  

España, mientras tanto, está dividida entre quienes entienden al líder en apuros, que sobrepasado por casos de corrupción, por las insidias y el cerco a las actividades de su mujer, se retira a la Moncloa a pensar y quienes ven otro capítulo de su interminable manual de resistencia. Lástima que, entre tanto, no hubiera contestado a las preguntas que hoy le cercan, aunque fuera por decoro democrático y señalando, llegado el caso, lo artificioso de las denuncias. Hubiera ayudado a su bancada cercana a entender lo esquivo de su comportamiento y, por otro lado, sería signo de complicidad con sus fieles. Pero todos nos enteramos por X, antes Twitter, en una muestra más que evidente de la aversión presidencial por los medios de comunicación. La "fachosfera" parece cada vez más grande.  

Zapatero, a lo suyo, en modo “on fire”, junto a Montero, ambos de teloneros para animar a una grada aún en shock, para mostrar no sólo una lealtad sólida de la que ya disfrutaba Sánchez, sino de una manifestación de fe a la altura de una devoción mariana. No sabemos si la dosis de autoestima fue suficiente para que Pedro tuerza su ánimo. No sólo se oyó a la Carrá, también sonó Supersubmarina, eso pudo ayudar.  

Quizá mañana, en Tiktok, nuestro presidente más vanguardista saque al país del botón de pausa y nos cuente sus reflexiones de estos días o, puede, que directamente tengamos que leerlo en su próximo libro. De su puño y letra.  

Mientras aguardamos al final del juego de manos, un poquito de Cernuda:  

Telarañas cuelgan de la razón 

En un paisaje de ceniza absorta; 

Ha pasado el huracán de amor, 

Ya ningún pájaro queda. 

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