Ahora vienen a por mí

19 de mayo 2025 - 11:19

El presidente de la Diputación, Francisco Reyes, podrá dormir a pierna suelta si alguna vez le roban el teléfono móvil. Hace unos días confesaba que “debe ser uno de los pocos en este planeta” que no tiene whatsapp. La tan increíble como sorprendente afirmación del mandatario socialista jiennense, publicada por “Jaén Hoy”, hacía referencia a los sustanciosos mensajes filtrados la pasada semana entre el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y su entonces secretario de Organización, José Luis Ábalos.

Reyes dejaba caer que la clave está en el origen de la filtración, al asegurar que las conversaciones privadas no deben salir a la luz “si el que las mantiene no quiere”. He ahí el quid de la cuestión, cuál sospechoso dedo acusador hacia Ábalos, claramente.

Después de escuchar mil y una interpretaciones sobre este asunto, poco se comenta acerca del eterno conflicto entre los artículos 18 y 20 de la Constitución Española, los derechos fundamentales a la intimidad, por un lado, y a la información, por otro. Hasta dónde llega uno y dónde empieza el otro, o viceversa. Ya en mis tiempos de facultad, allá por los años 80, se debatía largo y tendido en la asignatura de Derecho a la Información, sin conclusiones definitivas, ni mucho menos. En este caso concreto, tampoco es sencillo, desde luego. Por no hablar de la amenaza de nuevas revelaciones.

Desde aquella mítica filtración del mensaje de Rajoy a Bárcenas, la hemeroteca de las “conversaciones privadas aireadas” demuestra que nadie está libre de culpa. Empezando por el mismísimo monarca emérito Don Juan Carlos con Bárbara Rey, como cualquiera recordará. Aquellos mensajes no hacían referencia a asuntos políticos, ni hablaban del Gobierno, estaba clarísimo que pertenecían al ámbito más que personal. Ahora le toca el turno a Pedro Sánchez y se amaga con acudir a los tribunales. Si antes se dejó pasar, ¿por qué hoy sí se apela al derecho a la intimidad?

A muchos les vendrá a la memoria el conocido poema atribuido a Bertolt Brecht, pero obra de un pastor luterano, que decía aquello de:

“Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó

Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó.

Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero, tampoco me importó.

Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó.

Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó.

Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde”.

Me temo que mañana puede tocarle a cualquiera y, sí, otra vez, será demasiado tarde.

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