Vericuetos
Raúl Cueto
Para bellum
EN LINEA
Llega el otoño y con él, el inevitable sonido de la llamada natural. El verano languidece y es el momento de intentar perpetuarse como dicta la madre naturaleza. Se escuchaba casi desde el chiringuito, pero se obviaba por pereza, sintonizábamos mejor con el mar de fondo.
Pero ahora nos llega diáfano. Es el sonido gutural de la berrea, marcando espacios, es el viejo reclamo de los más poderosos intentando ganar más terreno. Se escucha en la radio, hay párrafos en la prensa y en la tele chocan las cornamentas en un ritual que nos entretiene y atrapa.
Nótese que en este baile ritual rara vez se produce daño de asta entre los contendientes. Es, tal cual, como en el hemiciclo, pavoneo, descalificaciones gruesas, poses “guerracivilistas” y, al rato, unos “gintonics” a precio de saldo para rebajar la tensión. Un circo romano nada cruento y no es que uno quiera trasladar los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente a la arena política, pero se añora algo de verdad en el espectáculo.
Nuestro macho alfa, vuelve del verano pleno de virtudes, hace magia desde el lejano Oriente y chasquea los dedos para esconder el conejo, perdón por la metáfora. Dado el escaso vigor parlamentario para sacar adelante cualquier ley que se precie, arranca campaña con un guiño veraniego a las bicicletas. Se antoja algo naif la propuesta de Estado para arrancar curso político, pero por otros lares están con la diatriba de si los inmigrantes se comen sus mascotas (Alf, contigo empezó todo). Pues no se hable más, verano azul todo el año. Lo pillo, presi.
Así que prefiero discutir sobre tipos de montura, dopadas eléctricas o no, llegar sudado al curro o tampoco. La capacidad de adaptación del resiliente es total y habrá acertado de nuevo con esta versión de micropolítica. Cualquier mañana, se me aparecerá en la alacena (sí, tengo una edad) y una sonrisa a lo Jim Carrey para afearme la conducta por el abuso del jamón serrano en detrimento de la fibra...
Mientras, por Sierra Morena, agazapado, en el sotobosque, otro presidente, de estudiado perfil bajo, nos acaba de susurrar al oído que tendrá que seguir más tiempo del estipulado en su propio programa político. No, no estará los diecinueve años de Chaves, el resucitado. “Un poco menos”, le faltó decir. Hemos notado el asta.
Ya saben, si llegaron hasta este punto, que los programas políticos son el forraje nuestro de cada día.
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