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La antigua calle Gradas era denominada así desde finales del siglo XIV y aparece en el Plano de Olavide de 1771 con tres tramos que flanquean la Catedral, los cuales corresponden a sendas calles actuales: Alemanes, Cardenal Carlos Amigo (entre Placentines y la esquina del Palacio Arzobispal) y el trecho de la Avenida de la Constitución que engloba las fachadas de poniente de la Catedral y de la Iglesia del Sagrario. Se ha mostrado secularmente como un núcleo de intensa actividad que se mantiene tras la conquista cristiana en las inmediaciones de la Puerta del Perdón de la antigua mezquita mayor almohade, legado del zoco andalusí que ocupaba antaño estos lugares y que se centraba en la Alcaicería de la Seda situada en su mayor parte en la actual calle Hernando Colón. El mismo Patio de los Naranjos sería testigo hasta 1432 de un mercado que se celebraba en torno a la festividad de la Asunción. La tradición mercantil de la zona pervive tras el descubrimiento del Nuevo Mundo y la asignación a Sevilla del monopolio comercial con las Indias. Desde sus comienzos, los negocios indianos se llevarían a cabo en dicho enclave y sobre las gradas catedralicias, a pesar de las columnas y cadenas que las protegen. Las transacciones, incluida la compraventa de esclavos, se registraban en la Real Casa de Contratación ubicada en las Atarazanas y después en el Alcázar, siendo reguladas por el Consulado de Mercaderes que se establece en la planta baja de la Casa Lonja (posterior Archivo de Indias) erigida en 1598 con ánimo de alejar los asuntos terrenales de los divinos: “Pretendiose en esto apartar de la Santa Iglesia, y del ámbito de sus gradas y tránsitos de sus puertas, los tratos y negocios que allí se hacían y no había bastado impedirlo toda la autoridad eclesiástica” (Anales, Diego Ortiz de Zúñiga, siglo XVII).
La calle Alemanes es conocida así desde el siglo XVIII por la presencia de tiendas de comerciantes con esa nacionalidad, siendo rotulada con este nombre a finales de la centuria siguiente; en ella se mantienen aún unos viejos soportales que son restos visibles de la bulliciosa Alcaicería de la Seda, diferenciada de la primitiva Alcaicería de la Loza enclavada entre la Plaza de la Alfalfa y la Plaza Jesús de la Pasión (antes del Pan). La de la Seda ocupaba la mitad sur de la calle Hernando Colón y unas barreduelas adyacentes ya desaparecidas, con puerta de acceso con arco en cada uno de sus extremos, las cuales se cerraban por la noche para evitar robos y vandalismos. El tramo de la antigua calle Gradas entre Alemanes y Fray Ceferino González fue incluido en 1980 en la Avenida de la Constitución, cuando ésta se rotula en conjunto. El primitivo espacio de Gradas que es hoy Cardenal Carlos Amigo era conocido popularmente por Matacanónigos debido al desangelado viento que solía desplegarse en la esquina de la callejuela entre el Palacio Arzobispal y el extinto Corral de los Olmos, revuelta muy transitada por los canónigos del Cabildo de la Catedral.
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