Campechano primero

01 de noviembre 2025 - 08:00

A finales del siglo XIX se publicó una serie de láminas satíricas titulada Los Borbones en pelota, que durante mucho tiempo estuvieron atribuidas a los hermanos Bécquer. Sí, a Gustavo Adolfo; el de las oscuras golondrinas… El grado de depravación pornográfica de aquel centenar de acuarelas supera con creces cualquier cosa que se haya dicho al respecto de los actuales Borbones, inmersos como estamos en la corrección social y la autocensura. Con el tiempo, concretamente tras cuarenta años de silencio, nuestros genes han heredado el miedo a las instituciones y hemos olvidado que tras ellas solo hay personas de carne y hueso.

Por fortuna, contamos con un Borbón que se ha encargado de sacarnos de esa ensoñación infantil de la súbdita pleitesía con sus comisiones arábigas, regatas bribonas, puteríos varios bárbaros, cacerías elefantinas y fracturas de cadera. ¡Pobre Sofi! Tiene el cielo ganado… El caso es que en unos días Juanito publicará sus memorias (primero en Francia, que se note el origen de su apellido) para deleitarnos dejando una vez más a los Borbones en pelota picada, pero ahora desde palacio. Y en sus páginas, que auguro no serán pocas, irá haciendo un repaso a toda su vida, soltando reales mandobles, soberanas bofetadas y eméritas patadas en el culo de su majestuoso hijo y de su telediaria nuera. ¡La muy Ortiz!

Con el título de Reconciliación el valiente hijo de Franco pretende limpiar su imagen y dar su real versión de los hechos. Y oiga usted, que tiene todo el derecho del mundo. Faltaría más, pues siempre estará Planeta para publicar bodrios al peso… Pero no podemos negar que esta obra suya forma ya parte de nuestra historia, antes incluso de salir a la luz, porque su papel como jefe de Estado es innegable en una de las etapas más delicadas de España. No seré yo quien defienda a la persona; bueno, ni yo ni nadie en su sano juicio. Pero sí a la institución, porque si todo lo que ha hecho este señor tan campechano lo llega a hacer el presidente de la Tercera República nos vamos al garete como país. Aún más si cabe que como nos vamos yendo…

El problema, en realidad, no es tanto la institución como la familia que la ocupa, que desde tiempos de Fernando VII (reencarnado en Froilán) no ha levantado cabeza por muy coronada que estuviera, provocando más desgracias que alegrías a su pueblo soberano. Y con Campechano Primero, posiblemente más que nunca, se han hecho oráculo las palabras que Valle-Inclán dedicara a Alfonso XIII. Porque, como diría Bécquer:

¿Qué es monarquía?, dices mientras clavas

en mi pupila tu pupila azul.

¿Qué es monarquía? ¿Y tú me lo preguntas, Juanito?

Monarquía... eres tú

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