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David Fernández
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Apropósito de lo que en su inoportuno libro dice el Rey emérito sobre la transición, y del cincuenta aniversario de la muerte de Franco y el inicio del camino hacia la democracia, Pedro Sánchez ha reconocido que “a la tarea de desmontar una dictadura atroz impuesta por las armas y sostenida por la represión, contribuyeron sin duda quienes pilotaron aquella difícil transición (…) cuyo resultado no cayó del cielo, sino que fue el triunfo de la gente de a pie que luchó por la democracia y por su libertad, (…) rostros anónimos que no figuran en los libros, ese nosotros al que llamamos pueblo y que dio la cara en las calles, en las fábricas, en el campo, que luchó desde las universidades, las parroquias de barrio y se organizó en sindicatos y asociaciones de vecinos para tumbar la última dictadura de la Europa Occidental”.
De acuerdo en todo. Salvo en una inexactitud y una omisión. La dictadura no se “tumbó”. Se desmontó en cuatro etapas: la muerte del dictador el 20 de noviembre de 1975; la Ley para la Reforma Política del 18 de noviembre de 1976, sometida a referéndum el 15 de diciembre y publicada el 5 de enero de 1977; las elecciones del 15 de junio de 1977 y la apertura del periodo constituyente; y por fin el referéndum de la Constitución el 6 de diciembre de 1978 y las primeras elecciones constitucionales el 1 de marzo de 1979.
El valor personal de quienes, arriesgando tanto, se enfrentaron a la dictadura en las calles, las fábricas, el campo, las universidades, las parroquias de barrio, los sindicatos y las asociaciones de vecinos está fuera de toda discusión y merece una memoria agradecida. Pero Sánchez omitió el factor decisivo, el suelo social que hizo posible aquello por lo que lucharon quienes –por utilizar sus palabras– dieron la cara y pilotaron la difícil transición: las clases medias, la inmensa mayoría social que estaba formada sobre todo por lo que se suele llamar franquismo sociológico, al que añado el antifranquismo sociológico: franquistas y antifranquistas pasivos, no militantes u opositores activos. Las clases medias fueron uno de los sostenes del régimen, a partir sobre todo del desarrollismo, y la clave de su desmantelamiento. Y Franco lo sabía, como le dijo a un enviado de Nixon en 1971 en una entrevista que mañana les recuerdo.
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