Las conferencias de presidentes no sirven

¡Oh, Fabio!

10 de junio 2025 - 03:13

Hagamos un ejercicio de destreza visual y conocimientos históricos. Comparemos las fotos de la Conferencia de Yalta con la de Presidentes Autonómicos que se celebró el pasado viernes. Las diferencias son obvias, incluso para un hijo de la Logse. La primera se celebró en febrero de 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial estaba a punto de finalizar y EEUU, Reino Unido y la URSS tenían prisa por diseñar la nueva Europa. La segunda, por su parte, se desarrolló en un caluroso mes de junio de 2025 en la Barcelona “pacificada” por Salvador Illa y Pedro Sánchez a costa de aliarse con los mismos que habían provocado el incendio del 1 de octubre de 2017 (bomberos y pirómanos unidos). Pero, sobre todo, hay dos diferencias que llaman la atención: el número de protagonistas y la duración de los encuentros. Si se fijan, la foto oficial de Yalta solo muestra a tres personajes: Churchill, Roosevelt (por parte de la democracia) y Stalin (representando al comunismo, el sistema totalitario que también ganó la guerra). Su duración fue de ocho días, del 4 al 11 de febrero. En resumen: pocos protagonistas y tiempo para hablar y llegar a acuerdos (otra cosa muy diferente es si fueron los justos y necesarios). Ahora fíjense en la foto oficial de la Conferencia de Presidentes Autonómicos, con más banderas que una verbena de barrio. Un total de 23 protagonistas y solo una mañana (diez minutos por presidente) para tratar asuntos como vivienda, financiación de la educación, modelo energético, financiación autonómica, inmigración, infraestructura, déficit de profesionales sanitarios, financiación de la dependencia, ley de reforma del Poder Judicial y del Estatuto del Ministerio Fiscal...

Por muy buen ambiente que hubiese (que no lo hubo), por mucho que nos hubiésemos ahorrado el absurdo de los pinganillos (hay quien confunde el respeto a la diversidad con tragar con las irracionalidades de los nacionalistas), por mucho que Ayuso no hubiese montado su peculiar numerito... la cumbre hubiese sido igualmente un completo fracaso, una tomadura de pelo, porque es imposible que hubiese sido de otra forma. La conclusión es que las conferencias de presidentes autonómicos (al menos con este modelo) no sirven absolutamente para nada. Simbólicamente son un batiburrillo y, en el plano práctico, un imposible. Por tanto, mandémoslas al cementerio de las ideas fracasadas y ahorrémonos un dinero público que necesitamos para muchas otras cosas.

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