Viva Franco (Battiato)

Javier González-Cotta

Cristina Peláez se irrita

11 de junio 2025 - 03:14

Se alarma Cristina Peláez por las oriflamas y banderolas LGTBI que ondean con indecente procacidad en espacios públicos y hasta en centros cívicos en el Mes de la Diversidad. La enseña del arcoíris le irrita sobremanera, tal vez porque la portavoz de Vox, nuestra Juana de Arco local, todo lo ve oscuro, tirando al Cuadrado negro de Malevich. Debe ser natural su gusto por el oscurantismo tridentino con el que ella y los suyos conciben la vida.

Le parece un despilfarro que el alcalde Sanz se gaste un dineral en los actos de la Diversidad sacándolo de no se sabe qué partida de un presupuesto aprobado, precisamente, por cortesía de la ultraderecha. Si acaso, uno podría estar de acuerdo en que resulta excesivo que la muy esclarecida Belén Esteban cobre 26.000 euros por dar el pregón o que la cantante greco-albanesa Eleni Foureira se embolse 42.253 euros y el dueto de las neumáticas Sonia y Selena se endose otros 21.780 euros.

Resulta curioso que Juana de Arco y Peláez critique que el consistorio se haya gastado tanto en actos LGTBI mientras que, según dice, festivales como el Monkey Week han abandonado Sevilla por falta de apoyo municipal. Uno se pregunta si Cristina Peláez era asidua al Monkey Week y si por el Spotify ha escuchado a uno solo de los grupos invitados al festival en todos estos años (si es así, pues hago ejercicio de retractación). No parece que sus gustos sonoros sean muy del Monkey cuando, como forofa cultureta, en su día dijo que era otro dispendio mantener ese Festival de Cine Europeo “al que no iba nadie”. Uno dedujo entonces que, en efecto, al festival no debía ir nadie de los de su oscura cuerda para ver, por ejemplo, el soporífero cine de Serguéi Loznitsa sobre la locura de la primera guerra del Dombás en 2014 o sobre la gran matanza de judíos ocurrida en Babi Yar, a las afueras de Kiev, en 1941.

Debiera reflexionar la almiranta de Vox sobre amor y diversidad más allá de géneros, bigéneros y hasta trigéneros sexuales. Se lo dice –y perdón por el desnudo íntimo– un hetero ramplón, creyente cristiano y votante del centro paniaguado o simplemente inocuo por inexistente. Qué mayor diversidad y tolerancia que convivir, no en un mes sino durante doce meses, con los hermanos sevillanos que votan y defienden los ¿valores? de Vox. Y decimos hermanos por amor a Jesucristo Superstar.

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