Rosa de los vientos
Juana González
Cuestión de (pocas) luces
Empieza la cuenta atrás, señoras y señores. No para Fin de Año, que también, sino para la entrada en vigor de las populares balizas V16, que serán obligatorias con el inicio de 2026 y que tienen a los conductores dando tumbos como pato en un garaje. Porque, casi a punto de que llegue el día 1, Tráfico ha retirado la homologación a cuatro modelos que, por cierto, ya habían comprado no se sabe cuántos conductores. A buen seguro que ha sido el regalo de estas fiestas (Navidad o Reyes, a elegir) de unos pocos amigos, de esos previsores y cumplidores, que ahora estarán dándose golpes contra la pared. O rellenando hojas de reclamaciones para pedir el reembolso de los alrededor de 50 euros del ala que se gastaron.
Hay que reconocer que generando confusión la DGT es única.
Por un lado, según se puede leer en la propia web de la Dirección General de Tráfico, “con el propósito de avanzar en el ámbito de la seguridad vial y la reducción de accidentes, nace el dispositivo V16 que a partir del 1 de enero va a reemplazar a los tradicionales triángulos de preseñalización de peligro. Se trata de una pequeña baliza de color amarillo que está dotada de conectividad y es capaz de emitir una luz 360º de alta intensidad de forma intermitente y continua al menos durante 30 minutos”. Además, se recomienda llevarla a mano en la guantera, para poder activarla al momento, colocándola en el propio techo del vehículo. “En ese momento,-aclara la web- además de emitir la señal luminosa de advertencia, se conectará a la plataforma DGT 3.0 para transmitir su ubicación en tiempo real y avisar a otros usuarios de la vía de la situación”. De lujo, aunque la llamada al 112 no nos la quita nadie, que ese aparato es simplemente para que se sepa que hay un accidente o similar, no para avisar a la ambulancia o a la grúa, según se necesite. Quede claro, porque hay quien piensa que va todo en el mismo kit.
Hasta ahí, de acuerdo. Compro el argumento. O el relato, como se dice ahora. Los triángulos eran un poco de la Edad de Piedra, seamos sinceros, casi como las señales de humo. Ya era hora de que en pleno siglo XXI se buscara un sistema de señalización de emergencia más acorde con los nuevos tiempos. Pero, si de lo que se trata es de velar por la seguridad de los conductores, tanta precipitación en la puesta en marcha no es buena compañera de viaje. Valga el símil.
No son pocos los que cuestionan su eficacia en determinados accidentes, además de las típicas reservas de muchos a sentirse localizados por cualquiera sabe quién y esas cuestiones de privacidad.
Mientras se aclara todo, mejor no necesitarlas. Y cruzar los dedos para que no haya más sorpresas de aquí al 1 de enero.
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