
Fragmentos
Juan Ruesga Navarro
Un toque de atención
El vergonzante caso Montoro, el supuesto uso del Ministerio de Hacienda como correa de transmisión para legislar en favor de los clientes del despacho que fundase Cristóbal Montoro –Equipo Económico–, ha venido a recordarle al PP que el Gobierno que en 2018 fue desalojado por una moción de censura tenía una sombra corrupta que aún se proyecta en el presente.
La corrupción no tiene ideología ni es patrimonio de ningún partido concreto. Por eso la reacción del PP actual ha sido demasiado tibia y decepcionante. Que sea cierto que la dirección actual no es responsable de esos episodios, cuyas responsabilidades políticas quedaron asumidas por la propia moción de censura y los resultados electorales de los dos comicios a Cortes Generales de 2019, no obsta para que no haya condenado con más firmeza. No basta con el “que se investigue” que ha declarado Alberto Núñez Feijóo. ¡Faltaría más! Lo exigible es que el PP fuese tan duro como con los corruptos que tienen cercado al Gobierno actual de Pedro Sánchez, aunque los casos de hoy tengan un contexto más soez y machista.
Por ello mismo, la pretensión del PSOE de considerar que con el caso Montoro logran un empate y la legitimidad para seguir adelante con esta legislatura inviable indigna tanto o mas que la torpe tibieza de los populares. ¿Empate a qué? ¿A desvergüenza? ¿A permisividad con el corrupto si es conmilitón?
Ni PP ni PSOE entienden que esas posiciones empujan al electorado de la indignación a los brazos de los partidos extremistas, a la ultraizquierda y, sobre todo, la ultraderecha. Especialmente a los jóvenes, que son el principal sustento de la preocupante intención de voto a Vox.
El caso Montoro debe seguir su curso en el plano judicial. Al igual que los que afectan al Gobierno y al PSOE. El falso empate no va impedir que en septiembre haya nuevos informes que sigan poniendo en duda la continuidad de Sánchez en La Moncloa. Todo lo que va mal es susceptible de empeorar. Quizás por eso a Aitor Esteban está preocupado porque haya una “mayoría negativa en el Congreso”. Su voto contra Rajoy por la corrupción en 2018 es hoy una impostura que puede estar empezando a pasar factura, porque el PNV es preso del antagonismo que sostiene a Sánchez y que devora a quien le apoya.
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