Crónica personal
Pilar Cernuda
Salazar, otra pesadilla
Hay un diálogo entre Schindler y el que fuera el carnicero de Cracovia, Amon Göth, (interpretado por Ralph Fiennes) en el que el empresario intenta apuntar a la magnificencia del oficial para que este sea consciente de cómo tiene el poder de matar arbitrariamente. Diferencia entre poder y justicia, para subrayar que poder es tener plenamente justificación para matar y, sin embargo, no hacerlo. Es lo que los emperadores tenían, la capacidad de perdonar al miserable, al que suplica clemencia.
Durante unos minutos, en la película de Spielberg, el oficial cabalga por el campo de concentración de Plaszow en su papel de recién ungido emperador y va perdonando vidas aleatoriamente. Parece que la artimaña, alojada en su cabeza por el empresario, será efectiva porque juega con el inabarcable ego del dictador de turno. Incluso, ante el espejo, ensaya las nuevas maneras y la atildada pose del elegido. “Yo, te perdono”, pero repara en la mugre de la uña, por la incompetencia del judío de turno, y vuelve a su condición natural de depredador necesitado de más sangre.
Según cuentan los libros de historia, este siniestro personaje en la vida real nunca se arrepintió, murió ahorcado y convencido de lo irrefutable del pensamiento nazi. Este hijo de familia bien de Viena participó activamente en los planes para asesinar a todos los judíos polacos en una experiencia “piloto” que sirvió de prueba y ensayo del Holocausto final. Un innovador en lo suyo del matar.
Aquellas imágenes, que el cine puso en movimiento, vuelven hoy con los caídos en la Franja de Gaza en las terroríficas colas del hambre. Mueren, también, de forma azarosa, para que la estadística del terror añada caos al sufrimiento de todo un pueblo. No hay cirugía fina en el modernísimo ejército israelí, porque interesa sumir en el miedo a la población civil.
Los planes de exterminio son detallados por el gabinete de Benjamín Netanyahu, con el eufemismo de plan militar de ocupación de Gaza. Cinco puntos para “solucionar” limpiamente el asunto y dejar a cerca de un millón de civiles al borde del precipicio. El proyecto turístico que esbozó Trump, con o sin inteligencia artificial, para esta franja inhumana dice mucho del nivel moral de nuestros días. La locura de la Riviera de Oriente Medio, llena de 'resorts' con pulserita para consumir, cada vez parece más cercana.
Es un genocidio detallado al minuto, pero nuestros líderes mundiales son hoy farfolla intelectual y la ONU un grito del quiero y no puedo.
Escribía, Primo Levy, judío sefardí y superviviente del Holocausto, en uno de sus muchos libros y ensayos, que los monstruos existen, pero son pocos para ser realmente peligrosos: “Más peligrosos son... los funcionarios dispuestos a creer y actuar sin hacer preguntas”.
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