España-México: ¿quién debe pedir perdón?

28 de octubre 2025 - 03:09

El Gobierno y sus medios afines (especialmente el más afín de todos) han iniciado una campaña para la “reconciliación” entre México y España. Ya saben que ambos países andamos disgustados desde que el entonces presidente del país azteca (como dicen los comentaristas deportivos), Andrés Manuel López Obrador, exigiese a la Corona española que pidiese perdón por la conquista de México y los 300 años de vida en común. La petición la retomó su sustituta, Claudia Sheinbaum, con el consabido resultado de la ausencia de España en su toma de posesión. Nada nuevo bajo los astros. Los desencuentros y crueldades entre ambos estados han sido continuos a lo largo de los últimos doscientos años de historia. No así entre dos pueblos que siempre han tenido conciencia de su conflictiva hermandad pese a las continuas campañas de intoxicación (redobladas en los últimos tiempos) para convertirlos en enemigos.

Para promover este “reencuentro” entre México y España se ha desplegado una gran farfolla de exposiciones, editoriales y artículos, todos con un tono muy catequético y melifluo. En dichos textos no solo se descarga a AMLO y Sheinbaum de sus responsabilidades en iniciar la estúpida reyerta, sino que se llega a afirmar que “España le debe un gesto a México”. Es decir, que bajo una capa de almíbar y buenismo que llega a empalagar como un pionono, se compra el discurso de raíz populista e hispanofóbica del dueto presidencial mexicano. No esperábamos otra cosa de los firmantes.

Este despliegue teórico ha ido acompañado de unas exposiciones en Madrid de arte indígena mexicano que, seguro, están llenas de hermosas piezas del sorprendente y, a veces, hermoso universo de los nativos. Es un acierto, porque los archivos históricos están repletos de documentos que acreditan las, por lo general, buenas relaciones entre el mundo indígena y la Corona de España, que siempre lo protegió frente a la avaricia de los criollos que luego comandarían las guerras de independencia. Con dicha emancipación, México pasaría de ser el foco cultural y económico más importante de todo el continente americano (tanto que algunos dicen que era el verdadero centro de la Monarquía Hispánica) a convertirse en un país convulso, mermado territorialmente y con claros momentos de Estado fallido. Quizás la que debería pedir perdón a los mexicanos es doña Claudia.

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